Mostrando entradas con la etiqueta Historias. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Historias. Mostrar todas las entradas

domingo, 13 de septiembre de 2015

Vlado Divac, Sasha Djordevic, Zarko Paspalj, Zeljko Obradovic o Goran Grbovic eran algunos de los integrantes del Partizán al inicio de la temporada 1986-87. Un equipo con jugadores muy jóvenes pero llamados a ser leyendas del basket europeo, y que ese año iba a ganar la liga yugoslava en la final al Estrella Roja. Aquel Partizán realizó una parte de su pretemporada en Galicia. Y sus integrantes pasaron por Santiago. Así se gestó el Feiraco Obradoiro-Partizán jugado en el viejo Sar el 1 de septiembre de 1986. Ya os imaginais quien venció.

Plantilla del Partizán 86-87, el que jugó en Sar
Y eso que el Obradoiro contaba con un equipo muy apañado aquella temporada. Ya os hemos contado en anteriores ocasiones que, en el verano de 1986, el Obra diseñó una plantilla pensada para pelear por el ascenso a la ACB. Permanecían de la temporada anterior Bill Collins, Mario Iglesias, Richi Aldrey, Calvelo, Juane, Lete o Julio Jiménez. A ellos se unieron refuerzos como Bobby Wallace, Paco Dosaula o Julio Torres.

Pero enfrente estaba el Partizán. Con algunos chavales (como Vlado Divac) que venían de ser campeones de Europa en categoría junior unas semanas antes en Austria. Otros también pisaron la NBA (Djordevic, Paspalj) o tuvieron amplio recorrido en Europa, incluida la ACB. El equipo que jugó contra el Obra lo completaban Obradovic, Ignjatovic, Grbovic, Savovic, Stefanovic y Koprivica. No soy especialista en baloncesto balcánico pero cae de cajón que es uno de los mejores equipos de baloncesto que han jugado en nuestra ciudad.


En el recorte de la crónica de El Correo Gallego podéis comprobar que la victoria (como era de esperar) cayó del lado yugoslavo. El resultado final fue 92-72 a favor del equipo de Belgrado, aunque ese marcador no refleja la realidad de lo que sucedió en el viejo Sar aquel primer día de septiembre. Y es que el duelo al descanso estaba empatado a 42. Ya entrada la segunda parte fue cuando pudo el Partizán pudo romper el partido y llevarse el triunfo. Había vencido aquel mítico equipo de la camiseta SIMOD, una antigua marca de ropa deportiva italiana.

Más allá de la evidente diferencia entre un equipo de primer nivel en Europa y otro de la parte alta de la LEB, al Obra también le afectó el hecho de aquel fue su tercer partido consecutivo en pretemporada. Quizás por eso aguantó bien en la primera mitad, e incluso llegó a ponerse por delante comenzado el segundo período. Pero "poco antes de alcanzarse la mitad del segundo tiempo el Partizán tomó con energía el mando y fue desmoronando al Feiraco", cuenta la crónica de El Correo.

Djordevic, en la temporada 86-87
Uno de los jugadores que más brilló aquella tarde de septiembre en Sar fue Sasha Djordevic. No solo anotó 19 puntos (fue el segundo máximo anotador del Partizán), sino que también dirigió de forma espléndida al equipo. Hay que tener en cuenta que lo mejor de Djordevic estaba por llegar: cuando jugó contra el Obra acababa de cumplir 19 años.

Otro que era un chaval era Zarko Paspalj. La afición del Obra lo vio en directo cuando tenía poco más de 20 años. Habrían de pasar 8 años para que, tras una breve estancia en los San Antonio Spurs, Paspalj llegase a ser el MVP de la actual Euroliga. En Sar anotó 17 puntos y fue una auténtica pesadilla para Bobby Wallace, Bill Collins y el resto de interiores del equipo obradoirista.

Zarko Paspalj, con el 14 del Partizán
El que tuvo menos peso en la anotación fue Vlado Divac. Solo anotó 7 puntos, aunque estoy convencido de que dejó muestras de su clase en el parqué del viejo pabellón santiagués. Divac era todavía más chaval que el resto: tenía apenas 18 añitos cuando se le vio por Sar con el número 12. De hecho, acababa de fichar por el Partizán cuando jugó en Santiago. Cualquiera imaginaría que tres años después iba a ser elegido en 1ª ronda del Draft y acabaría jugando 15 temporadas en la NBA.

Divac, con el 12
Aquí os dejo la ficha de aquel histórico partido:

-FEIRACO OBRADOIRO (72): Moure, Wallace (17), Aldrey, Lete (3), Jiménez (2), Collins (21), Mario (4), Calvelo (8), Torres, Dosaula (13) y Juane (4).
-PARTIZÁN (92): Djordevic (19), Obradovic, Igniatovic, Grbovic (22), Savovic (17), Stefanovic, Paspalj (17), Koprivica (10) y Divac (7).
-Árbitros: Souto y Franco.

Aquel partido supuso un importante desembolso para el club. El Obradoiro tuvo que abonar 450.000 pesetas de la época para que el Partizán jugase en Sar. Y la taquilla se quedó en 286.000 pesetas, de las que hubo que restar las 11.000 de arbitraje. Conclusión: el Obra perdió 175.000 pesetas por la organización del encuentro. Pero aquel desembolso quedó compensado por ver a un gran equipo (la siguiente temporada jugaron la Final Four), solo eclipsado por la eclosión al mismo tiempo de la Jugoplastika de Split.

Otis Howard (OAR) con Obradovic, en A Malata
Foto de la revista del OAR
En todo caso, la victoria del Partizán en Santiago no fue la única que logró en Galicia aquel verano de 1986. Los yugoslavos realizaron una mini gira por tierras gallegas en la que consiguieron cinco victorias en otros tantos partidos. Dos de ellos fueron contra el Clesa Ferrol (uno en Vilagarcía y otro en A Malata), y otro contra el Breogán, ambos equipos de ACB. El Partizán regresó a Belgrado de la misma forma en que llegó:imbatido y con una nómina de jugadores espectacular.

domingo, 2 de agosto de 2015

En el verano de 1986 la Federación Española de Baloncesto aprobó ampliar de uno a dos el número de extranjeros que podía tener cada equipo en la Primera B, lo que hoy es la LEB Oro. Y el Obradoiro decidió hacer un esfuerzo y contratar a un segundo jugador foráneo que acompañase a Bill Collins en el juego interior. El objetivo era intentar dar el ansiado salto a la ACB. Y el elegido para formar la primera pareja de americanos en la historia del Obra fue Bobby Wallace. Nunca le hemos dedicado un artículo, así que toca responder a la siguiente pregunta: ¿Quién era Bobby Wallace y qué tal le fue en el Obradoiro?

Wallace, en el Obra
Wallace jugaba como pívot. Como la amplia mayoría de los americanos que llegaban a España a mediados de los años 80. Su posición natural era la de 4, sobre todo porque tenía movilidad y tiro pese a que no era precisamente bajito (rondaba los 2,08). Pero gracias a su altura podía jugar también como 5, y de hecho ya lo había hecho durante su etapa formativa.

Antes de llegar al basket profesional, Bobby había defendido la camiseta de los Purple Aces de la Universidad de Evansville. No se trata de un centro educativo muy conocido en el circuito NCAA, ni tampoco es una universidad de gran dimensión. Aunque en los Purple Aces jugaron Jerry Sloan o un viejo conocido del basket español, Dan Godfread.


La Universidad de Evansville está situada en el Estado de Indiana. Aunque el periplo vital de Bobby comenzó en la ciudad de Wentzville (Missouri), donde reside actualmente. Y continuó en el Navarro Junior College, en Texas. Wallace había promediado 15 puntos y 8 rebotes en su última temporada en Navarro y esos números no pasaron desapercibidos para los directivos de Evansville, que decidieron ficharlo allá por mayo de 1982.

Sus dos años en la universidad fueron positivos y Wallace compartió minutos y puntos con otros interiores como Richie Johnson o el gigantón turco Emir Turam, compitiendo en la división II de la NCAA. Aprovechó las lesiones de sus compañeros (él también tuvo problemas en las rodillas) para ganar protagonismo. Como curiosidad, los Purple Aces jugaron un amistoso en noviembre de 1982 contra una selección de la República de China, que andaba de gira por las Américas. En aquel partido Wallace anotó 10 puntos.


Pero a Bobby le pasó lo mismo que a otros cientos de jugadores universitarios: se quedó fuera del Draft (el de 1984) y no le quedó más remedio que hacer las maletas para poder vivir del basket fuera de Estados Unidos. Su primera parada la hizo ese mismo verano en el basket francés. Wallace fichó por el Denain-Voltaire, un equipo con tradición en el basket galo (ahora milita en la Pro B, pero allí jugaron grandes figuras del país) y que ese año ganó la Copa de Francia amateur.

La etapa francesa de Wallace
Más importante fue su segunda parada. Era la temporada 1985-86 cuando Bobby Wallace se fue a jugar a Israel, como tantos otros compatriotas norteamericanos que han jugado y juegan allí. Su primer equipo fue el Elitzur Natanya. Y no fue el último. Israel marcará para siempre el futuro profesional y vital de Wallace, aunque eso fue unos años más tarde. Antes le tocó vivir varias experiencias en otros países. Uno de ellos fue España: en el Obradoiro.

LA PRIMERA PAREJA

Volvemos al verano de 1986. El Feiraco Obradoiro acababa de realizar una gran temporada en su regreso a la Primera B e incluso se había colado en el grupo de aspirantes al ascenso, aunque una serie de lesiones en la parte final de la temporada le impidieron luchar por dar el salto a la ACB. El equipo lo conformaban Bill Collins y una serie de jugadores nacionales que rindieron de forma excepcional (Abalde, Mario Iglesias, Calvelo, Ricardo Aldrey, Lete, Juane, Jiménez...). Con una serie de retoques se podía luchar por la ACB.

Y los retoques llegaron. La directiva presidida por Carlos Calvo reforzó el juego interior con la llegada de Paco Dosaula, Julio Torres y un segundo americano: Bobby Wallace. Estábamos ante un hecho histórico: sería la primera vez que el Obradoiro empezaba la temporada con dos jugadores extranjeros. Cualquiera imaginaba en aquel momento lo que vendría años después por obra y gracia del señor Bosman.

En un partido del Obra contra el Elosúa

No es cuestión de andar con paños calientes ni disfrazando la realidad: Bobby Wallace no triunfó en el Obradoiro. A Santiago llegó con la fama de haber sido uno de los principales reboteadores de la potente liga israelí, así apareció aquello de "Bobby Wallace, melodía de seducción". Pero a medida que avanzaba la temporada el club consideraba que no estaba cumpliendo con las expectativas depositadas en él. Y Wallace acabó siendo sustituído por Larry Gibson.

Es cierto que los números evidencian el peso de Bobby en el bagaje ofensivo de aquel Obradoiro 1986-87. En su estancia en Santiago promedió casi 23 puntos por partido y la pareja Bobby Wallace-Bill Collins se fue hasta los 44 puntos por partido. Para ser la primera pareja de la historia del club es evidente que hicieron un buen tandem, y más en una Primera B que ya hemos comentado que se destacaba por su dureza. Entonces, ¿dónde estaba el problema?

Contra el Cajamadrid, uno de sus
mejores partidos con el Obra

Probablemente, a Wallace lo mató su irregularidad. Era capaz de hacer actuaciones sobresalientes, propias de un pivot dominante con sitio asegurado en la ACB. Y al siguiente fin de semana desaparecía.

En su etapa en el Obradoiro alternó actuaciones estelares con otras en las que pasaba muy desapercibido. El día (34 puntos en la visita al potente Cajamadrid) y la noche (seis puntos contra el flojo Tradehi Oviedo). Una irregularidad que la directiva del Obradoiro veía con preocupación. Se había hecho un gran esfuerzo para intentar dar el salto a la ACB (finalmente no lo logró, pero esa es otra historia) y el rendimiento de Wallace no era el esperado. Había un problema.

Por el mes de febrero la directiva reconoció que le estaba buscando un sustituto . Y el 11 de marzo se hizo oficial: el Obra presentó ese día a Larry Gibson. La experiencia de Wallace en Santiago había terminado. Curiosamente Bobby siguió formando parte del equipo (aunque no podía jugar) hasta casi final de mes, cuando el club logró arreglar el finiquito. El Obra le pagó 25.000 dólares y un billete de avión con destino a Saint Louis. Y su manager le encontró equipo en Venezuela.

Su etapa en Venezuela con el Trotamundos
A Bobby no le fue mal al otro lado del Atlántico. Tras dejar el Obra se enroló en Trotamundos de Carabobo, equipo con el que ganó la liga venezolana y se hartó de meter puntos en una competición en la que no mandaban precisamente las defensas. Valga como ejemplo la final de la liga, jugada contra el Panteras. En aquella final fueron varios los partidos de más de 130 puntos por equipo.

ISRAEL, LA CLAVE

De Venezuela se marchó a Francia en el verano de 1987 para jugar en el Rennes de la PRO B, donde también hizo buenos números. En el equipo galo promedió más de 20 puntos y 8 rebotes. Pero si hay un país que ha marcado su vida es Israel, tanto en lo profesional como en lo personal.

No he encontrado el año exacto cuando Bobby Wallace se marchó a la tierra prometida. Debió de ser a principios de los 90. Sí está confirmado que estuvo jugando allí hasta cumplir los 40 años. Estuvo en varios equipos, como el Givat Shmuel, el Ramat Gan o el Galil Gilboa. Wallace sigue muy unido a Israel porque allí residen sus dos hijas. Él acude frecuentemente a verlas desde Estados Unidos y las fotos que cuelga en las redes sociales son buena prueba de ello. He intentado en varias ocasiones que me contase sus recuerdos de Santiago, pero no ha sido posible. Sí pude darle la noticia de que Bill Collins había muerto hace unos años. Él lo desconocía.

Bobby Wallace en la actualidad
Bobby reside en la misma ciudad en la que nació, Wentzville, en el estado de Indiana. Allí se dedica a realizar campus de baloncesto con su nombre dirigidos a chavales de entre 6 y 18 años. Son los "Bobby Wallace Basketball Camp", a un precio de 70 dólares la semana. Así que ya sabes: si alguien anda por Indiana, podrá encontrarse a uno de los dos integrantes de la primera pareja de americanos que tuvo el Obradoiro en toda su historia. El otro, Bill Collins, ya no está con nosotros.

sábado, 20 de junio de 2015

Dos fotos de la prehistoria obradoirista. Eran los tiempos en los que no todos los equipos contaban con un pabellón. Y no había más remedio que disputar los partidos al aire libre, contando siempre con que el tiempo acompañase y permitiese jugar. A las y los obradoiristas más jóvenes esto os sonará a chino. Por eso vamos a viajar a principios de los años 70 gracias a la inestimable ayuda de Tonecho Lorenzo, al cual por cierto vemos en las propias fotos.


Quizás él sepa dónde se sacaron estas fotos. Yo las sitúo entre 1971 y 73, ya que en el verano de 1973 el Obra ascendió a Segunda División y todos los equipos contaban (suponemos) con una cancha cubierta y cerrada. Ésta que veis aquí arriba es un lugar con piscinas, porque lo que hay al fondo (detrás del muro) se parece a unas escaleras.

Por supuesto, no hay gradas ni nada que se le pareciese. Los aficionados tenían que visualizar de pie el espectáculo. Sí había un banquillo para los suplentes: lo podeis ver en la parte izquierda de la fotografía.


Otra joya de la historia del Obradoiro. Tonecho -con el número 14, como siempre- entrando a canasta ante la mirada de un rival. Detrás sigue la jugada alguien que parece Caldas. ¿Dónde estamos? Al fondo, un pedazo de muro y unas marcas que parecen de un frontón o algo por el estilo. Estamos abiertos a que nos aclaréis estas dudas, por supuesto.

Y para acabar, otra maravilla. Es otro partido del Obradoiro al aire libre y tenemos la certeza de que es un rival distinto al de las fotos anteriores, a tenor del color del pantalón. Pero hay varios detalles curiosos para saber algo más del basket de los años 70 y, de paso, saber apreciar los avances tecnológicos que han permitido mejorar este deporte. 


Fijaos en el "acolchamiento" de la base de la canasta, en la parte izquierda de la fotografía. Y lo más importante: ¿veis el marcador? Los números los sujetan varios chavales justo debajo del aro, entre el público. Algo bastante distinto a los 4 marcadores que hoy tenemos en el Fontes do Sar, por no hablar de los videomarcadores que hay en las grandes canchas europeas.

Así eran las canchas en las que se comenzó a forjar la historia del Obradoiro. ¡Cómo ha cambiado todo!

sábado, 23 de mayo de 2015

A mediados de los años ochenta se inauguró en Vigo el pabellón del colegio Compañía de María. Para el estreno de la instalación acudieron a jugar un partido amistoso el Obradoiro de Santiago y un club local, el Ademar. La expectación entre los alumnos del centro educativo ya era máxima ante semejante acontecimiento, pero lo que pocos sabían era que el equipo local iba a contar como 'refuerzo' con uno de los mejores extranjeros de la ACB, un tal Nate Davis.


Fijaos en la foto que me ha pasado Darío Méndez. El Ademar (de amarillo) y el Obra (de rojo) en el pabellón del colegio. La gente (niños y no tan niños) que llenaban el recinto, en el que no cabía ni un alfiler. Incluso se montaron gradas supletorias para que la gente pudiese ver a sus ídolos. En la foto está Nate Davis en pleno lanzamiento, con una de sus famosas suspensiones. A su lado está Mario Iglesias.

Nate Davis, con la camiseta del Ademar
(Foto: Luis Alberto Rey Lama - Bodas de Platino)
Según me ha contado Darío, la presencia de Nate vistiendo la camiseta del Ademar en un pabellón de colegio fue posible gracias a la amistad que mantenían el presidente del OAR, Juan Fernández, y el del Ademar, Carlos Núñez. Eso permitió contar con la estrella ferrolana en aquel partidillo.

Parece ser que el bueno de Nate no solo demostró sus habilidades ante la atenta mirada de cientos de niños vigueses. También se fotografió con todo aquel que se lo pidió y no paró de firmar autógrafos. "Un bendito el Nate, y muy divertido Ricardo García", me cuenta. García era otro jugador del OAR en aquella temporada 1984-85.
Plantilla del Ademar Vigo, reforzada por Nate Davis y García
(Foto: Luis Alberto Rey Lama - Bodas de Platino)
Entre los jugadores del Obradoiro que disputaron aquel partidillo estaban (entre otros) Alberto Abalde, De la Concepción, Mario Iglesias... Creo que al grupo también se unió Popocho Modrego. Ojo, que aquella plantilla del Obradoiro es la que se proclamó Campeón de España de Segunda División y consiguió el ascenso a Primera B. Un gran equipo entrenado por Alfonso Rivera.

Suso Cobián guarda un cartel que anunciaba el famoso partido
La experiencia tuvo que ser inolvidable para los alumnos del centro que tuvieron la suerte de ver en el pabellón de su colegio al máximo anotador de la ACB, a un gran equipo (el Obra) y al equipo de la ciudad reforzado por Nate Davis. Casi como un recreo cualquiera en el patio del colegio!

martes, 21 de abril de 2015

El playoff que marcó la historia del Obradoiro -y por extensión de la de muchos de sus jugadores, directivos y aficionados- comenzó un 21 de abril de 1990. Hagamos memoria: la temporada 1989-90 en Primera B concluyó con el Obra en una extraordinaria quinta posición entre un total de 16 equipos, lo que le daba derecho a participar en el playoff. La temporada había sido satisfactoria, con un balance de 18-12 y muy cerca del tercero (Syrius Patronato, de Mallorca) y del cuarto (Elosúa León), ambos con 19 victorias. El campeón de la fase regular fue el potente Cajamadrid (23-7), una victoria por encima del subcampeón, el Júver Murcia.

Plantilla del Obradoiro 89-90, en el pabellón de Santa Isabel.
El equipo, entrenado por Manuel Fernández Rey Pirulo y presidido por el empresario de origen palestino Ghaleb Jaber, se vio emparejado con el Cajahuelva en la primera de las dos rondas del playoff. La fase de ascenso se disputaba al mejor de tres encuentros y, de superar la primera ronda, esperaría en la segunda y definitiva el vencedor del Júver-Syrius Patronato. Huérfana de deporte de máximo nivel (la SAD Compostela navegaba por la Tercera División), la ciudad de Santiago soñaba con volver a la élite del baloncesto tras su efímero paso en la temporada 82-83.

La base del Obradoiro 89-90 la conformaba un pivot norteamericano, Victor Anger (15), drafteado en el 84 por Portland y que antes de recalar en Compostela había jugado en ACB (Cacaolat, Breogán), en Tradehí Oviedo o en Cajamadrid. Junto a él, los hermanos Chema Solsona (4) y Paco Solsona (5), Jordi Morella (13), Pepe Collins (10), Popocho Modrego (7), Valentín Baeza (6), Paco Dosaula (14), José Luis Criado (11) y Chicho Herranz (9). Esa temporada también participó en algunos partidos Carlos Suárez, actual presidente del Real Valladolid. Junto a ellos, Tonecho Lorenzo (ayudante), Owi Cameron y Óscar Martínez (delegados), Marque (médico) y José Andrés (Fisio).

LA PRIMERA ELIMINATORIA: EL CAJAHUELVA

En el Cajahuelva sobresalía el pívot puertorriqueño Jerome Mincy, un 2,03 que había sido drafteado por los Knicks en el 86 y que -por suerte para el Obradoiro- llegó a Santiago tocado. Mincy logró una prolífica carrera en su país, en Argentina (con Boca) en Europa (Roanne francés) y también con su selección, con la que disputó nada menos que tres JJ.OO. (Seúl, Barcelona y Atlanta) y cinco mundiales (1986, 90, 94, 98 y 2002). En este último, el de Indianápolis, compartió vestuario con desconocidos como Piculín, Arroyo, Daniel Santiago o Ayuso.

Mincy (17), con los Vaqueros de Bayamon
También formaban parte del equipo andaluz jugadores como Pepón Artiles, Antonio Márquez o Cristóbal Rojas. El Huelva era un club relativamente joven, ya que el Cajahuelva había comenzado su andadura como tal en 1984, siguiendo el camino andado por el CB Huelva 76. Pero estaba creciendo como entidad a pasos agigantados y en la temporada 97-98 llegaría a jugar en ACB.

El primer partido de la eliminatoria se jugó en el pabellón de Santa Isabel (el viejo de Sar estaba en pleno proceso de demolición) la tarde del sábado 21 de abril de 1990. Y la victoria recayó del lado gallego por 82-73, en un partido muy igualado (concluyó 40-37 al descanso) que el Obradoiro logró decidir en los minutos finales. La victoria local significaba un paso importante en el camino a la ACB, porque el equipo gallego se garantizaba un tercer partido en la capital gallega si fuese necesario.

FICHA TÉCNICA [1º Partido, 1/4 Final]:
-Obradoiro (82): Modrego (4), Paco Solsona (20), Dosaula (15), Baeza (6), Anger (14), Chema Solsona (11), Morella (3), Pepe Collins (4), Criado (5).
-Cajahuelva (73): Márquez (12), Rojas (9), Mincy (10), García (4), Solana (1), Rosa (9), Talaverón (2), Gómez (5), Madoz (8), Artiles (13).

El segundo partido se jugaría en Huelva el siguiente sábado, 28 de abril. El encuentro resultó muy disputado pero acabó cayendo del lado andaluz (74-71), que fue por delante durante todo el encuentro aunque con ventajas mínimas. La gran aportación de Pepón Artiles (22 puntos, 11 rebotes) resultó determinante en el resultado final.

Rojas (Foto: H.Inf)
FICHA TÉCNICA [2º Partido, 1/4 Final]:
-Cajahuelva (74): Márquez (4), Rojas (7), Mincy (5), García (5), Solana (4), Rosa (10), Talaverón (4), Gómez (13), Madoz (-), Artiles (22).
-Obradoiro (71): Modrego (4), Paco Solsona (10), Dosaula (4), Baeza (2), Anger (14), Chema Solsona (18), Morella (-), Pepe Collins (11), Criado (12).

El empate obligó a jugar un tercer partido en Santiago el martes siguiente, que era jornada festiva por celebrarse el 1 de mayo. Una magnífica defensa local y una salida en tromba en la segunda mitad cimentó el triunfo compostelano (69-59), apoyado por cuatro jugadores por encima de los diez puntos.

FICHA TÉCNICA [3º Partido, 1/4 Final]:
-Obradoiro (69): Modrego (8), Paco Solsona (10), Dosaula (11), Baeza (2), Anger (12), Chema Solsona (9), Morella (-), Pepe Collins (11), Criado (6).
-Cajahuelva (59): Márquez (15), Rojas (9), Mincy (13), García (-), Solana (3), Rosa (3), Talaverón (-), Gómez (-), Madoz (2), Artiles (14).

El Júver Murcia había solventado sin problemas (82-72 y 86-103) su eliminatoria contra el Syrius balear, por lo que el equipo murciano era la última piedra que tenía el Obradoiro en el complicado camino a la élite del baloncesto español.

LA ELIMINATORIA DECISIVA: EL JUVER MURCIA

La eliminatoria más polémica de la historia del baloncesto español arrancó en tierras levantinas cuatro días después, el 5 de mayo de 1991. Se jugaría al mejor de cinco encuentros y enfrentaba al Obradoiro con el Júver Murcia, un equipo con un potencial enorme y confeccionado con el claro objetivo de jugar la siguiente temporada en ACB, como finalmente sucedió.

La columna vertebral de aquel Júver la conformaban dos hombres. Uno era el veterano pívot Mike Phillips, campeón de Liga, Copa y Recopa con el Barça a principios de los ochenta y que llegó a ser máximo anotador de la ACB en la temporada 85-86 con el Español. El otro puntal era Esteban Pérez, un hispanoargentino fichado ese verano cuya ficha (tramitada como español gracias a un DNI falso) desencadenó toda la batalla judicial posterior.

Plantilla del Júver Murcia, temporada 89-90 
(Foto: Blog de Paco García)
Pero el potencial del Murcia no terminaba ahí. En la plantilla también figuraban Emilio Nicolau (ex de Huesca y Caja Ronda), Jota Davalillo (ex del Caja Bilbao y posterior presidente del Basket Bilbao), Miki Abarca, Quique Azcón, Morty de Francisco (estos tres últimos acabarían jugando en el Obra), Adolfo Fernández... El equipo murciano llegaba pletórico al play-off tras comenzar la temporada de forma irregular, lo que le valió el puesto a Paco García y su sustitución por Felipe Coello.

El primer partido, aquel sábado 5 de mayo, fue recordado largamente en el equipo compostelano por varias razones. La primera, por los graves incidentes al término del partido entre varios aficionados locales y el jugador santiagués Paco Solsona, que el año anterior había militado en el Júver y que denunció haber recibido insultos durante el encuentro. Uno de los aficionados se llevó un puñetazo y fue hospitalizado. Otro sufrió una luxación, según contaron los medios locales. Ambos denunciaron a Solsona, que también presentó una denuncia tras sufrir heridas en la espalda al ser golpeado con una bandera. La FEB acabaría metiendo un año de sanción al jugador y una fuerte multa económica (200.000 pesetas de la época) al equipo local.

A los incidentes en la cancha del Príncipe Felipe se le unió un pésimo resultado para el Obradoiro (90-86) que ponía en ventaja al equipo murciano. El Júver llegó a dominar por 20 puntos y mandaba con claridad al descanso (52-40), aunque el Obra remontó y rozó la proeza. Pero la aportación de Esteban Pérez (23-7) y de Phillips (18-12) hizo inútil la remontada gallega. De nada valió el partidazo de Paco Dosaula (máximo anotador con 25 puntos) o de Anger (20-14).

FICHA TÉCNICA [1º Partido, 1/2 Final]:
 -Júver Murcia (90): Azcón (10), Nicolau (23), Davalillo (7), E.Pérez (23), Phillips (18), Abarca (3), Martín.de Francisco (6), Fernández (-).
-Obradoiro (86): Modrego (2), Paco Solsona (5), Dosaula (25), Baeza (4), Anger (20), Chema Solsona (9), Morella (-), Pepe Collins (6), Criado (15).

Llega el segundo partido y el Obra intenta tomarse la revancha en Santiago. Fue la tarde del sábado 12 de mayo en un pabellón de Santa Isabel lleno de aficionados, pero el Júver volvió a imponerse (87-93) y conseguía situarse con un 2-0 muy franco. Se repetía el mismo patrón del primer encuentro. Comenzaba con una salida fulgurante del equipo murciano, que llegaba al descanso dominando por nueve puntos (37-46).

Lance del Obradoiro-Júver, en Santa Isabel
La reacción del Obra en la segunda mitad, con una actuación memorable de Victor Anger (27 puntos y 9 rebotes) y de los hermanos Solsona, probablemente hipermotivados por el mal trago sufrido durante el fin de semana anterior. Pero la remontada no se culminaba y Júver acababa llevándose el partido, gracias a la decisiva aportación de Jota Davalillo (27-8) y sobre todo de Esteban Pérez, al que sólo las cinco faltas personales cometidas le impidieron mejorar su hoja de servicio aquel día: 25 puntos y 6 rebotes. Cifras que demuestran la relevancia que tuvo Pérez en aquel play-off y a lo largo de la temporada regular, tal como se encargaron de demostrar, estadísticas en mano, abonados del CAB Obradoiro como Javier Suárez.

FICHA TÉCNICA [2º Partido, 1/2 Final]:
-Obradoiro (87): Modrego (6), Paco Solsona (13), Dosaula (12), Baeza (2), Anger (27), Chema Solsona (15), Morella (-), Pepe Collins (8), Criado (4).
 -Júver Murcia (93): Azcón (7), Nicolau (14), Davalillo (27), E.Pérez (25), Phillips (16), Abarca (-), Martín.de Francisco (4), Fernández (-).

Tocaba la heroica. La misión imposible. Remontar un 2-0 en la cancha de uno de los mejores equipos de la categoría. El Obra lo tenía demasiado complicado y no hubo milagro. En aquel tercer partido el equipo murciano no alinea a Esteban Perez, que argumenta una lesión para no disputar el encuentro pese a que ya se había extendido el rumor de que los santiagueses impugnarían la eliminatoria. El Obra tampoco contaba con Paco Solsona, ya sancionado por la FEB por los incidentes del primer partido.

Esteban Pérez, en la actualidad (El Correo Gallego)
En un ambiente ensordecedor y con la afición volcada, el Júver domina durante todo el encuentro y acaba llevándose el partido (89-80), la eliminatoria y el ascenso a la ACB, en compañía del Elosúa León. Ni tan siquiera la portentosa actuación de Victor Anger (38 puntos, 10 rebotes) fue suficiente para variar el panorama. Era la tarde del sábado 19 de mayo de 1990, última ocasión en que el CAB Obradoiro disputó un partido para ascender a la máxima categoría del baloncesto español. Comenzaba la época de las tinieblas para el club compostelano.

FICHA TÉCNICA [3º Partido, 1/2 Final]:
 -Júver Murcia (89): Azcón (2), Nicolau (19), Davalillo (20), Phillips (15), Abarca (18), Martín.de Francisco (8), E. Fernández (4), J.C. Fernández (2). 
-Obradoiro (80): Modrego (8), Dosaula (6), Baeza (-), Anger (38), Chema Solsona (5), Morella (2), Pepe Collins (15), Criado (6)

La impugnación de la eliminatoria se hizo oficial la siguiente semana. Pero el resultado efectivo de ese play-off tardó en llegar más de 19 años. Fue el 10 de octubre de 2009, cuando el Obradoiro debutaba contra el FC Barcelona en la ACB. Ahora, pasados 25 años, el Obra recuerda aquel play-off en el mejor momento de su historia.

(Artículo original escrito en 2011 y actualizado en abril de 2015)

domingo, 30 de noviembre de 2014

El Obradoiro será el anfitrión de la fase final de la Copa del Rey 2016 que se celebrará en el Coliseum de A Coruña. Pero no será el debut del Obra en este torneo. Ya lo jugó -cuando todavía no tenía el actual formato- en la primavera de 1983. Fue una eliminatoria de octavos de final a doble partido frente al OAR Fondomar, en la que salió victorioso el equipo ferrolano. Así fueron esos 80 minutos que resumen la única participación hasta la fecha del Obradoiro en esta competición.

Imagen del Obradoiro-OAR de Copa jugado en
abril de 1983 en el pabellón universitario
Antes de nada conviene contextualizar aquella eliminatoria. En aquella época la Copa del Rey se jugaba al terminar la temporada, por lo que afectaba la forma en la que había terminado el curso unos y otros. Y esto es clave. Porque el Obradoiro jugó aquella eliminatoria pocos días después de haber terminado su primera temporada en la élite. Ese curso acabó en descenso de categoría tras conseguir solo dos victorias en toda la competición, y con numerosos problemas deportivos y extradeportivos. Todo lo contrario que el OAR, que sí logró la permanencia tras un mal inicio de competición.

La participación del Obra en la Copa comenzó el 3 de abril de 1983 en Santiago. Por un lado estaba un Obradoiro formado exclusivamente por jugadores nacionales, ya que Nate Davis se había marchado unas jornada antes y el club decidió acabar la temporada sin foráneos. Enfrente, un OAR cuya estrella era el ala-pivot norteamericano Malcolm Cesare, que previamente había sido uno de los máximos anotadores de la Liga con el Baskonia. He leído por ahí que Cesare es actualmente un respetado líder de la comunidad mormona.

Cesare había jugado en la Universidad de Florida y
era el referente del OAR aquella temporada
El claro favorito era el OAR, que esa temporada había disputado la Copa Korac. Pero para el Obradoiro aquella eliminatoria tenía importancia más allá de lo deportivo. Porque aquel 3 de abril estaba previsto que las cámaras de televisión estuviesen presentes en la cancha para retransmitir el partido, lo que le daría una inyección económica al club en un momento de horas bajas. La televisión en cuestión era el circuito gallego de TVE. Recordad que en 1983 todavía no se había creado la Televisión de Galicia.

Sin embargo, todo salió mal en aquella eliminatoria. En lo deportivo, por razones que ya os imaginais y ahora comprobareis. Y en lo extradeportivo, porque se produjo un fallo técnico que impidió la retransmisión. Resulta que hubo un problema de sonido que obligó a cortar la emisión a los dos minutos de comenzar el partido, según cuenta la crónica de El Mundo Deportivo. Un desastre.

DOMINIO FERROLANO
La eliminatoria comenzó en un sitio inusual, el pabellón de la Universidad. No sé el motivo por el cual el Obra no disputó aquel partido en el viejo Sar, pero lo cierto es que los primeros 40 minutos se disputaron en la cancha situada al lado de la residencia Monte da Condesa. Y allí se acabó decidiendo un duelo en el que practicamente sobró el partido de vuelta, dada la superioridad final del equipo que entrenaba Javier Casero sobre los obradoiristas.

Aller también jugó aquella eliminatoria
(Foto: RetroACB)
Es verdad que el partido de ida resultó igualado. En el minuto 30 ganaba el Obradoiro (66-65) gracias al extraordinario partido de José Antonio Gil -autor de 24 puntos-, bien secundado por Modrego y Carlos Pérez. Pero el OAR pisó el acelerador en la parte final y se acabó llevando el partido con solvencia (74-91), dejando sentenciada la eliminatoria. Demasiado castigo para el Obra. O demasiado premio para un OAR en el que también brillaban Loureiro, Ernesto Delgado, Fede Ramiro, Saldaña o Manolito Aller. Un señor equipo, todo sea dicho.

La ficha de aquel partido es la siguiente:

-OBRADOIRO (74): Modrego (14), Gil (24), Millán (6), Carlos Pérez (14), Pagés (10), Corts (6), Aldrey, Rivera
-OAR FONDOMAR (91): García (4), Delgado (25), Cesare (4), Loureiro (24), Ramiro (16), Viñas (6), Aller (6), Saldaña (2), Fernández (4).
-Árbitros: Sanchís y Recuenco

El partido de vuelta no tuvo mucha historia. Se jugó en el pabellón de Punta Arnela -todavía no se había hecho la mudanza al de A Malata- una semana después, el 10 de abril, y la victoria cayó de nuevo del lado ferrolano (94-84). El OAR fue siempre por delante y su victoria nunca estuvo en peligro. Mucho menos la eliminatoria, dado que el Obradoiro tenía que remontar 17 puntos. Eso sí, el Obra dio la cara en todo momento y no bajó los brazos.

Así fueron los 80 minutos del Obradoiro en la Copa del Rey. El premio para el vencedor de aquella eliminatoria de abril de 1983 fue jugar los cuartos de final contra el Barcelona. Es una recompensa que todavía no ha saboreado el Obra: jugar (al menos) unos cuartos de final de este torneo. Porque lo de jugar la Copa sí sabe lo que es.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Hace unos días se celebró en aguas de la ría de Arousa la XX edición del Memorial Nacho Rey de clase Snipe, una regata encuadrada en el calendario oficial de la Federación Gallega de Vela. Muchos de los que seguís este blog os preguntaréis por qué se habla aquí de náutica. Pero la respuesta es sencilla: Nacho Rey no solo fue un excepcional regatista, sino que también fue un gran jugador de baloncesto. Y entre los equipos en los que militó están el Bosco de A Coruña, el Breogán y, por supuesto, el OBRADOIRO.
Nacho Rey, con la camiseta del Obra
Ignacio Rey Barreiro-Meiro, Nacho para casi todo el mundo, formó parte del primer equipo que tuvo el Obradoiro en toda su historia allá por octubre de 1970. En aquel equipo entrenado por José Manuel Couceiro, Nacho Rey compartió vestuario con Caldas, Pablito, Barca, Pilis, López, Masaguer... El Obra debutaba en Tercera División y terminó la temporada en tercera posición tras ser campeones de invierno.

Con el 14, en un equipo campeón de los Juegos del Cantábrico
El entrenador, de traje, era José Manuel Couceiro
(Foto: enviada por Jano Harguindey)
Nacho Rey dirigía al equipo (debía de andar por el 1,90) y era una especie de jugador total. Anotaba, pasaba y defendía. Facía de todo. El 18 de octubre de 1970 el Obradoiro disputó su primer partido como local, con victoria frente al Bosco de Vigo (63-36), y la crónica del día siguiente contaba que Nacho "tiene en su haber unos magníficos pases y tapones". Precisamente, me han contado que un amistoso le llegó a poner un tapón a Clifford Luyk, y que el Real Madrid invitó a aquel chaval de Vilagarcía a pasar un mes de verano en una especie de campus de tecnificación para promesas. Pero Nacho dijo que no. Porque en verano le esperaba el mar, por mucho que el Madrid llamase a su puerta.

En un partido con el Obra, Nacho es el 1º por la izq. (arriba)
Aquí sale con Rafa Reparaz, Tonecho, Owi, Caldas, Gil, Pita...
Por desgracia, Nacho Rey falleció a principios de los noventa por una dolencia cardíaca y no le podemos preguntar si le gustaba más el basket o la vela. Creo que el baloncesto le encantaba. Y lo demostró especialmente en el Bosco. En este equipo consiguió algo histórico para el basket coruñés: formó parte de la plantilla que ascendió a la actual ACB en 1968. Nunca más la ciudad herculina volvió a celebrar un ascenso a la élite del basket. Fue algo irrepetible para todos aquellos coruñeses que vivieron las aventuras de aquel Bosco Revoltosa. Hay que recordar que fue la primera vez que un equipo gallego llegaba a la ACB.

Nacho (arriba, 2º por la izq), en un partido con el Breogán en 1972
(Foto: La Hemeroteca del Baloncesto)
Pero si en el baloncesto destacaba, la vela tampoco se le daba nada mal. Nacho y su hermano Jacobo formaron una pareja de regatistas que a finales de los 60 era conocida en todo el ambiente náutico de Galicia. En 1968, Nacho (de patrón) y Jacobo (de proel) ganaron el campeonato gallego de Snipe que se celebró en Vigo, representando a un club arousano, el Real Club de Regatas de Galicia. Repitieron título en 1969, año en que también se hicieron con la Copa Galicia y la Copa Generalísimo. 

Nacho (1ª por la izq.) y su hermano Jacobo (a su lado), tras
lograr el campeonato gallego de clase Snipe (1968)
Ojo a la foto que está justo arriba. Nacho Rey y su hermano Jacobo están en la entrega de trofeos tras conseguir el campeonato gallego de Snipe en 1968. Los otros dos regatistas que están a su lado, que habían ganado en la clase Vaurien, son César Novoa (el primero por la derecha) y Pedro Campos. Este último ha llegado a ser uno de los mejores regatistas del mundo.

La cuestión es que los hermanos Rey no solo dominaron en la vela gallega y acudieron a varios campeonatos de España, como el que se celebró en la Manga del Mar Menor. Incluso participaron en la semana preolímpica de Kiel (Alemania) de 1969, un torneo preparatorio para los Juegos Olímpicos de Munich 72. Aquella prueba valía para el campeonato de Europa y Nacho y Jacobo quedaron en segunda posición. Poco importó que unos días antes se hubiesen cruzado media Europa en su coche particular con el barco a remolque y un colchón en los asientos traseros, para que pudiese descansar el que no conducía. Toda una odisea.

Nacho Rey, en un partido de verano en Vilagarcía
(Foto: Baloncesto 1958-2008, de Teófilo Edicións)
Creo que la victoria en Alemania se les escapó en el último bordo, pero aquellos buenos recuerdos perduraron en el tiempo. Al igual que el recuerdo de Nacho Rey, un deportista total que además fue de los primeros que defendió los colores del OBRA.

domingo, 20 de julio de 2014

Un club con más de 40 años de historia ha visto cambiar su camiseta en numerosas ocasiones. Han cambiado los colores, como ya analizamos en su momento en este artículo, en el que se llegaba a la conclusión de que el blanco ha sido el color predominante en la primera camiseta, mientras que en la segunda equipación se ha visto mucha más variedad. Pero por la indumentaria del Obra también han pasado unos cuantos patrocinadores, que han utilizado ese soporte para ganar en notoriedad. Vamos a repasarlos, a riesgo de que alguno quede por nombrar.

Durante la primera década de existencia del club (los años 70) no encontramos patrocinadores. La camiseta únicamente incluía el nombre del club, el número y a veces el escudo. Hasta que allá por 1979 localizamos la primera empresa que apareció en la camiseta obradoirista: las tiendas de ropa vaquera Pepe Ramón. A la gente joven no les sonará, pero a principios de los 80 era un establecimiento muy popular en el Ensanche de Santiago.

Camiseta del Obra con el patrocinio de Pepe Ramón (1979-80)
Pepe Ramón no solo se hizo un hueco en la parte delantera de la camiseta, como los patrocinadores actuales. También le puso nombre al club entre finales de 1979 y 1981, tal como consta en documentación oficial. El primer partido oficial que el Obra jugó como "Obradoiro Pepe-Ramón" fue el 25 de noviembre de 1979 en Pamplona, en el que perdió contra el Natación (87-82). También compitió con este nombre la siguiente temporada en la Primera B.

Un año después llegó el mítico ascenso a la élite conseguido en Mataró. Y en esa temporada fue otra empresa la que ocupó una parte de la camiseta del Obra, Intertisa, una firma vinculada al grupo Araguaney. Conviene recordar que el alma mater de este conglomerado empresarial, Ghaleb Jaber, tomó las riendas del club como presidente unos años después, en 1988.

La del día del ascenso de Mataró, con Intertisa 
La palabra "Intertisa" estaba presente en la camiseta azul del Obra el día del ascenso. También en los chándales de los jugadores. Pero esa temporada también se utilizó una camiseta blanca que contaba con un curioso logotipo en la parte opuesta al escudo. Ese logo, conformado por una especie de globo terráqueo, era precisamente el de Intertisa.

Camiseta de la temporada 81-82, con el logo de Intertisa 
El ascenso a la élite trajo consigo otro hecho histórico: la irrupción de Feiraco en el club. La cooperativa láctea de Agrón (Ames) acompañó de la mano al Obradoiro durante seis temporadas. Es probablemente el patrocinador más importante que ha tenido el club en su etapa profesional, un periplo que comenzó en la temporada 82-83 y acabó en la 87-88. Años después pasó a patrocinar al Deportivo.

Feiraco fue importante en la historia del Obra porque estuvo presente en momentos decisivos como la primera temporada en la élite o el campeonato de España de 2ª división. Además de estar presente en camiseta y pantalón (con su conocido logo que representa una cabeza de vaca), también puso nombre al club durante varias temporadas en Primera B y tenía sitio en la cartelería del pabellón, en el parqué, en los abonos...
Feiraco estuvo en la camiseta del Obra hasta 1988 
Está claro que fue una época muy láctea para el basket gallego: con el Clesa Ferrol, el Leche Río Breogán y el Feiraco Obradoiro. El caso es que la cooperativa láctea dejó de patrocinar al Obra en el verano de 1988. Pero su lugar fue ocupado por otras empresas de muy distinta actividad. Tras seis años con el monopolio de Feiraco, llegó una época de cambios en la elástica obradoirista como vamos a comprobar.

Una de las compañías que ocupó ese espacio fue Iberia. Los primeros partidos de la temporada 88-89 se jugaron con la empresa aérea presente en la camiseta, aunque Iberia también figuraba en un segundo plano en algunos partidos de la siguiente temporada. Es solo una conjetura, pero se intuye que el Obradoiro conseguiría alguna contraprestación de la firma aérea a la hora de desplazarse por España adelante. Hay que recordar que todavía no se había producido la liberalización del sector y que, en consecuencia, Iberia seguía operando en régimen de monopolio.

Iberia también tuvo su hueco en la camiseta, entre 1988 y 1990
En la temporada 1988-89 el Obradoiro también compitió con otro patrocinador, la productora audiovisual CTV, perteneciente al grupo Araguaney. CTV era una empresa reciente (fue creada en 1985) y ha sido la responsable de producir algunos de los programas de más audiencia de la Televisión de Galicia, como Supermartes, Luar o Cifras e Letras. Está ubicada en Teo.

CTV, en la camiseta y el pantalón de la temporada 88-89
La matriz de este grupo, Araguaney, también estuvo presente en las camisetas del Obradoiro de una forma provisional. Fue en los primeros partidos de la temporada 1989-90, poniéndole nombre a una camiseta de color verde muy peculiar. De sobra conocido es que el Araguaney, además de ser el árbol nacional de Venezuela, da nombre también a uno de los hoteles más carismáticos de la zona nueva de Santiago. Entró en servicio en 1985.

El Araguaney, en la camiseta de Victor Anger (1989)
Es imposible desligar el Araguaney del Obradoiro. En una de las salas del hotel se celebraron las asambleas de socios del club durante muchos años. Y en los bajos del establecimiento, accediendo por Montero Ríos, era posible hacerse abonado del Obra.

En esa misma temporada 89-90 la camiseta tuvo como patrocinador principal a Caixa Galicia, otra entidad ligada íntimamente al club desde sus inicios. Recordemos que el viejo pabellón de Sar fue construido gracias al apoyo financiero de la antigua Caja de Ahorros de Santiago. Ese vínculo sigue vivo a día de hoy, ya que la entidad heredera de aquella caja (Novagalicia, hoy Abanca) es también patrocinador principal del club.

Caixa Galicia, en la camiseta de la temporada 89-90
Otra de las empresas que patrocinó al Obradoiro y que ya no existe en la actualidad es la Onza de Oro. Esta compañía tenía su sede en A Pobra do Caramiñal y era a finales de los 80 una de las conserveras más conocidas de Galicia. La empresa quebró años después y en 2010 se inició el desmantelamiento de las ruinas de la nave industrial de la que salieron miles de latas de conserva.

En la camiseta de la temporada 91-92 estuvo La Onza de Oro
La Onza de Oro patrocinó al Obradoiro en la temporada 1991-92, la última antes de iniciar la penosa travesía judicial de 17 años. Estuvo presente en la equipación del Obra y también en el pabellón de Santa Isabel, ya que el club se había mudado a estas instalaciones desde que en 1989 comenzó el derribo del viejo pabellón de Sar.

Por último, un breve reconocimiento a esas empresas que también ayudaron al Obra cuando estuvo fuera del baloncesto profesional. Es justo reconocer que su apoyo contribuyó a que el Obradoiro siguiese compitiendo (y no desapareciese) a la espera de que se hiciese justicia, como finalmente sucedió. Una de esas empresas fue Óptica Val, que dio nombre al club durante varias temporadas.

Camiseta del Obra en la etapa no profesional, patrocinada por Óptica Val
Y así llegamos a la época actual, en la que los patrocinadores han ganado importancia en las camisetas y también en el nombre con el que compite el equipo. Blusens, Xacobeo 2010, Monbus, Mexillón de Galicia, Río Natura, Interrias o Cenor forman parte de esta nueva etapa.

(Actualizado el 25 de noviembre de 2015)

miércoles, 23 de abril de 2014

John Powell fue la primera torre que tuvo el Obradoiro en toda su historia. Esto no quiere decir que hasta el verano de 1976 -cuando Powell aterrizó en Compostela- el equipo contase únicamente con tipos bajos en su plantilla. Pero este espigado jugador sí fue el primer hombre alto del Obra, si utilizamos este concepto tal como lo entendemos hoy en día. Toda una novedad en una afición que ya llevaba unos cuantos años disfrutando de basket de nivel, pero que nunca había visto un jugador como él.

En algunos aspectos, no muchos, pueden encontrarse similitudes entre John Powell y nuestro añorado Mike Muscala. Ambos son blancos, recién salidos de la Universidad, con cara de no haber roto nunca un plato y muy por encima de los 2 metros. Muscala está en los 2,11. Y Powell rondaba los 2,10, con lo que superaba con creces la altura de los anteriores extranjeros que habían pasado en las temporadas anteriores por Obradoiro: Dave Stoczynski y Jimmy Thorsden.

John Powell, en su etapa en Santiago
(Recorte de 1977 por El Correo Gallego)
Nuestro protagonista contaba con 23 años cuando llegó a Santiago. Había nacido en 1953 en Oklahoma y, precisamente, la última temporada había militado en el equipo de su universidad. Pero una de las cosas que más llamó la atención cuando llegó a Compostela fue su envergadura. Era muy alto, pero lo aparentaba todavía más por ser un jugador “delgado y con brazos largos”, como lo define Eduardo Echarri, compañero suyo en aquel Obra 1976-77.

Los que lo vieron jugar coinciden en que el John Powell que militó en Obradoiro era un jugador con importantes limitaciones técnicas. Echarri recuerda de él que “le faltaba coordinación” y que “no era un gran luchador, pero en nuestra división la altura era suficiente”. “No era un jugador técnico y recuerdo que le pedíamos que reboteara con autoridad”, me cuenta cuando le pregunto por él. Una opinión parecida es la que tiene Julio Bernárdez, que ese año era junior y que hizo buenas migas con él. “Era un jugador muy justito pero muy alto, en defensa era un tío enorme para aquella época y hacía variar muchos tiros. Pero recuerdo sus problemas de lateralidad”, rememora.

LIMITACIONES

Con todo, su altura le llegaba para ser por momentos un jugador determinante en una categoría como la Segunda División, en la que solo había un extranjero por categoría y algunos equipos ni siquiera lo tenían. Es cierto que desde el año anterior el nivel de la Segunda División había aumentado por la creación de un único grupo para toda España. Pero en todo caso seguía siendo una competición en la que pocos jugadores vivían del basket -en el caso del Obra había un buen número de universitarios- y los que lo hacían tenían la obligación de tirar del carro. De ser los referentes del equipo.

Powell, en un partido contra Helios
(Foto cedida por Tonecho Lorenzo)
John Powell tuvo la suerte de aterrizar en una plantilla solvente y competitiva, que podía sacar los partidos sin depender en exclusiva de él. En ella estaban, además de Echarri y Bernárdez, jugadores como Domínguez, Caso, Quino Salvo -que venía de ser medalla de Bronce en el Eujubasket-, Gil, López Cid, Boni Rodríguez, Abeijón, Novoa... Eran capaces de superar obstáculos con o sin él, y así se vio en su primer partido con el Obradoiro, un amistoso frente a Breogán. Powell consiguió solo 11 de los 91 puntos que el Obra le endosó a los lucenses y al principio “estuvo desorientado”, aunque en su duelo con Fullarton dejó muestras de que tenía que ser determinante al rebote. Entre otros motivos porque era el único jugador del Obra que pasaba de los 2 metros.

La sensación que quedó del paso de John Powell por el Obra es la que transmite un cuadro de luces y sombras. Estadísticamente no hay duda de que realizó auténticas exhibiciones, como los 44 puntos que consiguió en la segunda jornada frente a Castellar o los 40 contra el CAU Oviedo. Solo en las 10 primeras jornadas de competición promedió 29 puntos por partido y no bajó de 20 en ninguno. Pero con esos números... ¿Qué estaba fallando? “Powell sigue sin convencer”, contaba la prensa al acabar el partido frente al equipo barcelonés de La Salle, que también resaltaba el “estilo rudimentario” del jugador.

La clave puede estar en unas declaraciones del entrenador obradoirista, Carlos Lamela, en una entrevista en El Correo Gallego justo antes de navidades. Al hablar de su jugador franquicia reconocía que estaba “un poco apretado por la responsabilidad”, ya que en la Universidad de Oklahoma no tenía un papel protagonista que sí debía interpretar en Compostela. Por eso estaba jugando “mucho mejor fuera de Santiago”, aseguraba Lamela. A ello se le unían ciertos problemas de adaptación consecuencia directa de que John Powell no tenía ni idea de castellano.

Pero en conjunto se puede recordar su paso por Obradoiro como positivo. Es evidente que su aportación fue importante durante toda la competición. Y la temporada transcurrió de forma plácida, sin opciones al soñado ascenso -habría que esperar cinco años para conseguirlo- pero muy alejados de la zona peligrosa de la clasificación.

PELIS DE VAQUEROS Y LA CATEDRAL DE FONDO

Más allá de su aportación deportiva, lo que sí está comprobado es que John Powell estaba feliz en Santiago. Echarri lo recuerda yendo a entrenar con un gorro tejano. Y un amigo del blog, Antón, me contó una vez que Powell era un asiduo a la sesión de las 15.30 en el desaparecido Cine Avenida: “Yo vi un par de vaqueradas con Powell al lado, y al final de la película el tío ya estaba firmando autógrafos”. Es fácil darse cuenta de que en la Compostela de finales de los 70 un americano de 2,10 no pasaba desapercibido.

Plantilla del Obradoiro 1976-77, entrenado por Carlos Lamela
(Foto: Luis Alberto Rey Lama)
Pero de John Powell también se recuerda su afición por el arte y por la cultura, motivo por el cual estaba tan a gusto en Santiago. En aquella época su compañero Julio Bernárdez estudiaba Geografía e Historia y, ni corto ni perezoso, Powell llegó a acudir como oyente a algunas clases en la facultad pese a su escaso dominio del español. Le encantaba la catedral. “No se creía que ese templo ya estuviese ahí desde hacía muchos siglos”, me cuenta Bernárdez.

Aunque la prueba más evidente de que el de Oklahoma guardará un buen recuerdo de Santiago está en sus palabras. En una entrevista en El Correo Gallego, el propio Powell contaba lo que estaba viviendo aquel otoño-invierno de la temporada 1976-77. “Espero triunfar, aquí estoy muy contento y la gente es muy amable; me gusta jugar aquí y Santiago me gusta muchísimo”, señalaba, tras referirse a la afición del Obra como “muy fuerte”.

En esa entrevista dejaba patentes las grandes diferencias entre la NCAA y el basket español en el que acababa de aterrizar. “La mayor diferencia es la estatura de los jugadores, en Estados Unidos normalmente hay cuatro o cinco jugadores en cada equipo muy altos, aquí no”, explicaba. También pedía tiempo para familiarizarse con el estilo de juego y reconocía sus problemas de adaptación por el idioma, pese a que estaba empezando a estudiar castellano.

John Powell, tirando con la derecha
(Foto cedida por Tonecho Lorenzo)
Nada se sabe del paradero actual de Powell. Le seguí el rastro y varios indicios me llevan a pensar que actualmente es profesor de Historia de Europa -su gran pasión- en una institución académica de Oklahoma. Intenté ponerme en contacto con él para confirmarlo pero no recibí respuesta. En algunas ocasiones, los exjugadores quieren borrar su pasado deportivo o simplemente no quieren recordarlo. Salvo que algo cambie siempre me quedará esa duda.

En lo que coinciden todos los que conocieron a John Powell es que, por encima de todo, era un buen tipo -su familia era de origen humilde- que nunca dio un problema. “Una gran persona, noble y sencilla”, me lo describió Bernárdez. Y así lo definía también su entrenador aquella temporada: “John tiene una calidad humana excepcional”. Un requisito que, a día de hoy, sigue siendo premisa fundamental para ser una parte del Obradoiro con independencia de su altura.