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sábado, 8 de febrero de 2014

"La mejor gente del mundo está en Ferrol. Echo de menos a esta gente, aquí el baloncesto era increible, lo máximo". Palabras de Nate Davis, leyenda viva del baloncesto español, durante un reportaje emitido recientemente por Televisión de Galicia con motivo de la presencia de Nate en España para la grabación de un especial de Informe Robinson. Ferrol sigue ocupando el principal lugar en el corazón y en la memoria de un personaje pionero y único. Admirado por lo que hizo y querido por lo que padeció, por esa triste historia personal que le ha marcado su vida y de la que, a día de hoy, no se ha recuperado del todo. Es guardia de seguridad en una urbanización y acude de vez en cuando a ver a los Atlanta Hawks. El basket sigue ahí y Galicia también.

Nate, en el homenaje que recibió en Ferrol
(Foto: Blog de Basket)
Pero dentro de ese universo en el que casi todos los planetas y estrellas giran alrededor del OAR... ¿Hay sitio para el Obradoiro, por pequeño que sea? La experiencia en Santiago de Nate Davis no es comparable a la de Ferrol. Se reduce a 12 partidos, suficientes para ostentar el récord de anotación del Obra en la élite (41 puntos ante el actual Laboral Kutxa) y para dejar grabadas algunas jugadas en las retinas de las personas que ya acudían al viejo pabellón de Sar en los últimos meses de 1982. Pero solo 12 partidos. ¿Se acuerda Nate de su paso por Compostela? Y lo más importante... ¿Es un buen recuerdo, o ha querido borrarlo como tantos otros momentos ingratos de su vida?

Gracias a los compañeros de Informe Robinson resulta posible despejar esa incógnita. Él mismo accede a recuperar para la memoria aquellos meses en los que fue obradoirista. “[Aterrizar en Santiago] fue muy especial porque era un cambio en mi vida, un paso muy importante; igualmente recuerdo con cariño a los compañeros, gente muy luchadora”, asegura aquel jugador que Mario Pesquera definió como “El extraterrestre”. Le preguntamos por su papel en el Obra, por aquellos 12 partidos. No saca pecho pese a sus exhibiciones. “Meter puntos era la responsabilidad que tenía como profesional, como jugador referencia del equipo”, subraya un hombre que todavía recuerda los dos emblemas de la ciudad: la catedral -es una persona profundamente religiosa- y la lluvia.

Nate Davis con el OAR. El otro americano (con el 4) es Bill Collins
(Foto: Diario de Ferrol)
Nathan Davis debutó con el Obradoiro el 14 de noviembre de 1982 en Manresa, pocos días después de que el jugador franquicia del equipo, Chuck Verderber, se rompiese el tendón de aquiles y ya de paso las esperanzas obradoiristas de tener una temporada tranquila y sin sobresaltos. Su último partido lo jugó en Madrid apenas dos meses después, el 23 de enero. 11 derrotas y solo una victoria, la conseguida en Sar frente a su exequipo (Miñón Valladolid) a principios de año. Una docena de encuentros, una media de 26,7 puntos por partido y algunas jugadas de esas que sobreviven intactas en la memoria aunque hayan pasado más de 30 años.

En el artículo de este blog sobre el paso de Nate Davis por el Obradoiro se hace mención a lo que sucedió en el legendario Obra-Real Madrid de enero del 83, primera visita en partido oficial de la escuadra madrileña a Compostela. Incluido aquel mate cuando el Madrid ganaba de veintetantos y el ánimo de la afición santiaguesa estaba por los suelos. Como contamos en el anterior artículo, un aficionado que lo vio en directo, Ricardo Canosa, lo describía así: “Coge el balón a ocho metros de canasta, se echa a correr, tira el balón contra la tabla, pega un chimpo de la ostia y hace un mate estratosférico. Todos sabíamos que era ilegal y Nate también, por supuesto, pero saltamos todos de nuestros asientos tras haber visto aquello y salimos de allí con una sonrisa en la boca a pesar de la que nos había caído. Ellos pudieron ganar de 30 pero no pudieron parar la mejor jugada del partido”.

Nate, en su época del Obradoiro, el día de su debut
(Foto: Cedida por Tonecho Lorenzo)
Esa jugada tampoco la olvida Abel Amón, uno de los compañeros de Nate Davis en aquel Obradoiro 82-83. Puntualiza que no fue uno sino varios los mates que Nate se sacó de la manga aquella jornada frente a Romay y compañía. Pero incide en el más famoso de todos, el que hizo “que todo el público y el banquillo merengue se pusiese en pie”. Y Abel también engrandece su hazaña contra Baskonia, porque aquellos 41 puntos “hubieran sido 50 de haber triples”. La línea de tres todavía no se había pintado en las canchas de basket españolas cuando Nate Davis jugó con el Obradoiro.

SIN RENCOR

Que Nate Davis guardase un recuerdo no demasiado grato de su estancia en Santiago era una opción factible si se analiza en su conjunto su paso por el Obra. No duró más de dos meses, y el jugador acabó haciendo las maletas a Estados Unidos cansado de unos impagos que mermaron notablemente el rendimiento de toda la plantilla. Además, también tuvo que vivir el adiós inesperado del entrenador (el yugoslavo Todor Lazic) y el agravamiento de los problemas de salud de su mujer.

Pero en sus respuestas no hay un ápice de rencor. “Cada lugar donde he jugado ha sido muy especial, me ha formado y he aprendido mucho”, reconoce. Incluso guarda un buen recuerdo de la que fue, efímeramente, su casa durante unas semanas. “Me encantaba el pabellón del Obradoiro”, nos cuenta Nate de ese viejo espacio deportivo que hoy ya no existe y sobre el cual se construyó el Multiusos Fontes do Sar. Aunque aquí también hay sitio para una anécdota, porque el primer partido (no oficial) que disputó con el Obradoiro tuvo lugar en el pabellón universitario del Campus, en un partido amistoso jugado contra el Peleteiro, como también nos recuerda Abel Amón.

Durante la presentación de Informe Robinson
Lo cierto es que quizás sea osado mitificar el paso de Nate Davis por Santiago dentro de su trayectoria deportiva. Aunque tampoco parece descabellado llegar a la conclusión de que aquellos meses supusieron para él un punto de inflexión en su carrera. Hubo un antes: su estancia en Askatuak y sobre todo en Valladolid, con aquel mítico partido de los 28 puntos jugando con la mano rota. Y hubo un después, el que le convirtió en leyenda del baloncesto y de las calles ferrolanas. Y en el medio, Santiago. ¿Volvió a sentirse jugador? “Siempre me sentí jugador, siempre creí en mí; y sabía que solo tenía que tener fe y trabajar cada día, tenía el apoyo de mi familia”.

Además de no dejar sitio para el rencor, incluso tiene un hueco para celebrar a su manera que el Obradoiro haya retornado a la ACB tras casi dos décadas de penurias e injusticias. Se alegra por el club, porque “la vida a veces conlleva luchar mucho”. Pero sospecho que se alegra sobre todo por Galicia, porque esta tierra “debe tener equipos en la alta competición, es un lugar de baloncesto”. Son las paradojas: Nate vivió un Obradoiro roto y un OAR en la cumbre. Hoy los papeles se han intercambiado, aunque por unos días Ferrol ha recuperado los momentos de gloria que Nate Davis protagonizó en la ciudad departamental. Esos momentos que ninguna ciudad debe perder.

(Artículo publicado en el número 3 de la revista SCQ Basket)

sábado, 16 de noviembre de 2013

Noviembre de 2013 será recordado como el mes en el que Nate Davis regresó a Galicia. Y más en concreto, a ese Ferrol en el que vistiendo la camiseta del OAR se consagró como una de las eternas leyendas del basket español, capaz de enseñarle a los aficionados cosas que nunca se habían visto. Un adelantado del tiempo de magia que acuñó la ACB... pero en los años 80. Nate ha vuelto a Galicia y en la memoria aparecen tres equipos, que cada quien ordena según sus vínculos: Askatuak, Valladolid y Ferrol.

Pero Nate Davis, al que Mario Pesquera definió como El Extraterrestre, también jugó en Obradoiro.

Poco se puede decir que no se haya dicho de este jugador único en la época en que llegó a España. Vuelvo a enlazar aquí la historia que escribió ACB.com hace años. También está colgado en la red un vídeo e incluso en este blog hablamos un poco del breve paso de Nate Davis por Compostela. Pero ahora quizás merezca la pena ahondar un poco más en la trayectoria de Nate durante las semanas que estuvo en Santiago durante aquella temporada 82-83, la única del Obradoiro en la élite hasta el retorno de 2009.

Nate, con el 12, en el Cotonoficio-Obradoiro
(Foto publicada en Gigantes que nos pasa Luis Ulloa)
Apenas dos meses duró la estancia de Nate en Santiago. Tiempo suficiente para dejar un recuerdo imborrable para todos aquellos que tuvieron el privilegio de ver en directo su salto infinito y su repertorio de tiro desde cualquier distancia (pese a que no existía todavía línea de 3) en el viejo pabellón de Sar. Fueron 12 partidos y un mate. El mate

Por contextualizar, Nate llegó a Obradoiro tras probar sin éxito en la NBA y para sustituir al lesionado Chuck Verderber, que se había roto el tendón en la quinta jornada frente a Fichet Joventut. Búsqueda de un recambio de urgencia. Cuentan los veteranos, entre ellos nuestro amigo Tonecho, que se pasó la bandeja en una improvisada asamblea de socios en la cafetería de Sar en búsqueda de liquidez para fichar. Así llegó El Extraterrestre a la ciudad del Apóstol.

El debut se produjo el 14 de noviembre en la pista de Manresa. Cuenta la crónica de El Mundo Deportivo que en tierras catalanas se vio a un Davis "fuera de forma", algo ciertamente comprensible cuando llevaba semanas sin jugar a la espera de una oportunidad. Los 20 puntos de Nate no sirvieron para ganar, como tampoco sirvieron los 22 que le endosó en los dos partidos siguientes al CAI en su debut en Compostela y al Estudiantes en Madrid. Esa fue la tónica general durante aquella temporada, en la que las derrotas (24) fueron unas cuantas más que las victorias (2).

El tiro en suspensión de Nate en el viejo Sar
(Foto cedida por Tonecho Lorenzo)
Una vez que Davis recupera su forma física se empieza a ver la mejor versión del jugador. Tras meter 20 puntos al que será su futuro equipo (OAR) y 25 al Barça en el Palau, llegan los mejores partidos de Nate Davis en su breve estancia en Santiago. El primero, el 18 de diciembre contra el Areslux Granollers de Chichi Creus, en el que el Obra roza al fin la victoria y Davis da su primer recital en Santiago: 40 puntos y un tapón que puso en pie al público. Un tapón de un tío que medía 1,94.

La siguiente exhibición -encadenará cuatro consecutivas- será en Badalona contra el Cotonoficio de Aíto. En vísperas de la Navidad, los 39 puntos de Davis tampoco sirvieron para llevar la victoria a Santiago. A ese partido ya no acudió el entrenador Todor Lazic, que ya había viajado a Yugoslavia por una repentina enfermedad pulmonar. Lazic nunca regresó a la capital gallega. Un problema más en una temporada llena de dificultades deportivas y extradeportivas.

En los primeros días de 1983 llegó la segunda y última victoria del Obradoiro aquella funesta e histórica temporada. Fue quizás la demostración de que, en otras circunstancias y con un poco más de suerte, el equipo hubiese podido luchar por la salvación. Los 32 puntos de Davis, unidos a la aportación de Modrego, Lomas, Carlos Pérez, Alberto Abalde, Pagés, Arturo Corts, Orbea, Aldrey, Abel Amón, Pepe Rivera y compañía, permitieron tumbar en Sar precisamente al exequipo de Nate, el Miñón Valladolid (103-102).

EL DÍA DEL REAL MADRID

Y llegó el Real Madrid. El día de Reyes de 1983. Sobre ese partido hizo El Correo Gallego una reseña durante la previa del legendario 78-68 en el que el Obra se merendó en la prórroga al Madrid de Ettore Messina. Ese día no hubo color (70-125) y la escuadra de Romay, Fernando Martín, Iturriaga, Delibasic o Brabender disfrutó de un auténtico paseo militar por Galicia. Pero de Nate Davis no resaltaré sus 26 puntos aquel día, sino EL MATE.

Ricardo Canosa estaba en Sar aquel día y no olvida lo que pasó. "Cerca del final del partido, iríamos perdiendo de 20 o más, la verdadera afición (los que no iban a ver al Madrid) hechos polvo viendo pasar los minutos, camino de lo ya esperado. Y de repente aparece ese Nate como diciendo "bueno joder, estos cabrones nos pasaran por encima, pero de nosotros no se ríe nadie". Coge el balón a ocho metros de canasta, se echa a correr, tira el balón contra la tabla, pega un chimpo de la ostia y hace un mate estratosférico. Todos sabíamos que era ilegal y Nate también, por supuesto, pero saltamos todos de nuestros asientos de haber visto aquello y salimos de allí con una sonrisa en la boca a pesar de la que nos había caído. Ellos pudieron ganar de 30 pero no pudieron parar la mejor jugada del partido", relata.

En aquel momento la situación extradeportiva de Nate estaba muy deteriorada. Los problemas de cobro se habían acentuado y antes de que terminase ese mes de enero ya había hecho las maletas para volver a Estados Unidos. Pero antes de irse todavía tuvo tiempo de dejar su huella para la historia. Fue el 15 de enero de 1983 en el viejo Sar ante el Basconia. Ese día, con 41 puntos, Nathan Davis consiguió la mayor anotación de un jugador del Obradoiro en la élite del basket español. Nunca ha sido superada y es probable que ese récord siempre quede ahí.

Así era Nate: volando y con la cabeza casi en el aro
(Foto cedida por Tonecho Lorenzo)
El último de sus 12 partidos con el Obra se produjo en Madrid el 23 de enero. Nate sólo jugó la primera mitad porque, según la crónica del día siguiente, pidió no salir a jugar por no estar centrado. Su mujer tenía problemas de salud, él alegaba que no podía enviarle dinero a Estados Unidos y finalmente cogió un avión de vuelta. Se marchaba así un jugador que le enseñó al público compostelano cosas nunca vistas antes. "Seguía asombrándonos tirando muchas veces de 8-9 metros, cuando no existía la linea de triple. Su referencia debía de ser la línea del medio campo, cuando la pasaba debía de pensar: "hala, ya puedo buscar un hueco para tirar". Al principio piensas ¿pero qué hace este tipo tirando desde ahí? ¿Está loco?, Pero luego ya te acostumbras y lo ves como normal", recuerda Ricardo.

La contribución numérica de Nate Davis al Obradoiro se resume en una media de 26,7 puntos por partido. Más allá de eso, también dejó en la memoria de muchos obradoiristas algunos recuerdos que 30 años después no se han borrado.