domingo, 16 de julio de 2017

Hace casi 40 años que Carlos Lamela entrenó al Obradoiro en el viejo pabellón de Sar, pero la noticia de su fallecimiento deja una gran tristeza porque hablamos de una persona amante de este deporte y muy vinculado al basket en Galicia. Jugó al máximo nivel en Breogán, el Bosco y el SEU, entre otros equipos, siendo pionero en mostrar el tiro en suspensión en las canchas de basket gallegas. También se dedicó a la enseñanza -fue profesor en Peleteiro- y fue jefe de deportes en el Concello de Santiago. Incluso llegó a vestir la camiseta de la selección española. Sirvan estas breves líneas para recordar su paso por el banquillo del Obradoiro.


Carlos Lamela llegó al banquillo del Obradoiro en el verano de 1976. Nuestro equipo competía en una Segunda División que ya se empezaba a llamar Primera B. Un único grupo para toda España, una liga muy dura con un nivel altísimo y un extranjero por equipo, lo que obligaba a conformar una base nacional con éxito para poder competir con éxito. Esas eran las características de lo que hoy conocemos como LEB Oro.

Lamela se hizo cargo de la dirección del Obra sustituyendo a José Manuel Couceiro, que la temporada anterior se había hecho cargo del equipo a mitad de año tras la salida de Alfonso Rivera. Un Couceiro que, todo sea dicho, cogió al Obra a mitad de tabla y lo dejó a una canasta de la ACB tras tocar con los dedos el ascenso en la isla de Tenerife. Eso os lo contaremos otro día.


La temporada del estreno de Carlos Lamela en Santiago fue positiva. El equipo contaba con un extranjero muy verde, John Powell, del cual ya os hablé hace tiempo porque lo podemos considerar la primera torre del Obradoiro. Junto a él, un bloque consolidado que hizo disfrutar mucho a la afición obradoirista: el cañonero José Antonio Gil, Alfredo Domínguez, López Cid, Boni, Andrés Caso y Julio Bernárdez. Ah, y un chaval llamado Quino Salvo que esa temporada se consolidó en el primer equipo. Echaréis en falta a Tonecho Lorenzo. Pero hay una explicación: estaba en Melilla haciendo el servicio militar, de ahí su ausencia.

El transcurrir del Obradoiro aquella temporada 1976-77 fue tranquilo. El inicio fue muy positivo, con cinco victorias en los siete primeros partidos que permitiron soñar con el ascenso a la élite. Incluso se derrotó con solvencia a un Granollers que acabaría logrando el salto a la actual ACB. Pero una serie de derrotas a mitad de temporada hicieron imposible el ascenso y situaron al Obra en una zona tranquila de la que no se movió el resto del curso.


Más complejo fue el segundo año de Lamela en el Obradoiro. Era una temporada especial porque la FEB suprimió los extranjeros, aunque el Obra se reforzaba con el regreso de Tonecho al club al tiempo que llegaban Mario Iglesias y Alberto Abalde. Y se mantenía el bloque del año anterior con la excepción de Quino Salvo, reclutado por el Helios Zaragoza. Pero las cosas se empezaron a torcer desde el principio. Unas derrotas muy ajustadas se sumaron a problemas extradeportivos y sumieron al Obra en una dinámica negativa que fue incapaz de remontar a medida que pasaban los meses.

Los problemas no se resolvieron al comenzar el año 1978 y en febrero Carlos Lamela fue sustituído por Fernando Valenzuela. El cambio no sirvió para sacar al Obradoiro del pozo. El resultado final fue el descenso de categoría y la obligación de comenzar un nuevo proyecto en las oficinas del viejo Sar. Uno más en los casi 50 años de historia del club. Una trayectoria de la que Carlos Lamela también formó parte. Descanse en paz.

(Fotos: recortes de El Correo Gallego)