miércoles, 19 de octubre de 2011

Un muy breve recuerdo para Alfonso Rivera, maestro de entrenadores, que nos enteramos a través de nuestro amigo Tonecho en la retransmisión del Obradoiro-Manresa que se encuentra un tanto pachucho por problemas de salud. Desde aquí le mandamos todo el ánimo del mundo a Alfonso, porque si este blog trata de difundir la historia del Obradoiro, él ha sido protagonista de algunos de los momentos más brillantes del club. Brillantes e inolvidables para todos aquellos que tuvieron la suerte de vivirlos en directo.

Alfonso Rivera, a hombros en el viejo Sar (1975)
Último partido de la temporada 1974-75. El Obradoiro se juega la permanencia en Segunda División, en un pabellón de Sar hasta la bandera y contra un rival de la tierra, la formación lucense de La Casera. Es el Obra de Pirulo, López Cid, Tonecho, Stoczynski, Gil, Andrés Caso, Reparaz... y Alfonso Rivera en el banquillo. La victoria cae del lado santiagués (85-70) con un Dave inconmensurable y un pabellón que empujó al equipo en cada jugada. Alfonso Rivera acabó paseado a hombros por la afición obradoirista, como se puede ver (pese a la mala calidad) en la imagen superior.

Al término del partido, el entrenador salmantino señalaba las claves del partido: "Lo mejor ha sido la fe en el triunfo, no desmoronarse nunca y no dar jamás una pelota por perdida". Cualidades que hoy, más de 36 años después, la afición del Obradoiro CAB exige y agradece a todos sus jugadores.

Discutiendo con los árbitros, en un partido contra el Oviedo
Nacido en Salamanca aunque gallego de adopción, Alfonso Rivera Vega fue profesor de la Escuela Nacional de Preparadores y entrenador nacional desde 1971. En los setenta fue uno de los primeros entrenadores del equipo tras José Manuel Couceiro y Vitolo. En una entrevista en 1975, nada más lograr la permanencia, resumía aquella temporada dejando entrever su forma de dirigir y de conformar un grupo humano: "Si de algo estoy orgulloso es de haber conseguido un equipo disciplinado, con entrega total en entrenamientos y partidos y con una gran fuerza física", aseguraba.

Pero al igual que el ascenso a ACB ha convertido a Moncho Fernández en profeta en su tierra, Alfonso Rivera también se ha encargado de desmentir tópicos y frases hechas, como aquella de que segundas partes nunca fueron buenas. Tras entrenar fuera de Santiago, Alfonso volvía a Obradoiro para lograr en la temporada 1984-85 el histórico ascenso a Primera B y el campeonato de España de Segunda División.


Dando indicaciones en un partido en Sar
En aquella temporada, nuestro protagonista le contaba a la prensa local el secreto de la buena marcha del Obradoiro: "Mis jugadores han cogido el complejo de invencibles". Rivera volvía a destacar casi una década después los mismos factores que en la temporada 74-75, esa en la que acabó a hombros de la afición obradoirista y, como recuerdan las hemerotecas, "a punto de desfallecer" por la gran tensión vivida en el partido contra el La Casera de Fullarton, Pepe Conde...

En una entrevista en el verano de 1975, a Rivera le preguntaban si el papel del entrenador era tan determinante en la configuración de un equipo. La respuesta era un llamamiento a tener paciencia con los responsables de los equipos, que también lo son de grupos humanos. "Si un entrenador lleva bastante tiempo en un equipo, su influencia puede equipararse a la que tiene un director de orquesta. El ritmo, el estilo, la personalidad, los sistemas, la preparación físico-técnica, etc., puede inculcarlos en su equipo... pero con tiempo", explicaba.
Alfonso Rivera y Tonecho, en Sar
Nos queda pendiente una charla sosegada con el maestro Alfonso Rivera, a quien deseamos de corazón que se recupere cuanto antes. Junto a otras personas de banquillo ligadas a nuestra tierra como Vitolo, Couceiro, Carlos Lamela, Julio Bernández, Jorge Peleteiro, Pirulo, Pepe Casal o el propio Moncho Fernández, Rivera ha sido protagonista desde fuera del 28x15 de algunos de los mejores momentos del Obradoiro. Otros están todavía por llegar.
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