viernes, 13 de febrero de 2015

El apellido Collins en el universo obradoirista se asocia inmediatamente con Bill. Hemos hablado unas cuantas veces de lo que significó Bill Collins para muchos seguidores del club, por ser el primer jugador extranjero que permaneció más de una temporada en el Obra. Pero hay otro Collins que también dejó huella. Toca ponerse muñequeras y viajar a finales de los 80 para recordar a Pepe Collins.

Collins, con el 10 en la camiseta del Obra
Lo primero que hay que dejar claro es que el Obradoiro se anotó un buen tanto con su fichaje allá por el verano de 1989. Comenzaba una temporada más en la Primera B (era la quinta consecutiva) con la intención de hacer un equipito competitivo para no pasar apuros y, si las cosas salían bien, colarse en los play-off. Ya estaban en el equipo Modrego o Valentín Baeza. Llegaron Paco Dosaula, Victor Anger o Paco Solsona (después se uniría su hermano Chema). Y también llegó Pepe Collins, un 2-3 que medía 1,92 metros y que había jugado casi 150 partidos en ACB en las temporadas anteriores.

Collins procedía del Manresa, aunque donde se convirtió en un tipo legendario fue previamente en el Español de Barcelona y antes en La Salle, donde había coincido con Dosaula. No fue un jugador secundario en la ACB. Por ejemplo, en unos cuantos encuentros de la temporada 85-86 llegó a jugar los 40 minutos del partido sin descanso. Uno de sus mejores expedientes lo completó contra el Joventut aquella temporada: 22 puntos y 4 rebotes.

Cromo de Collins en su etapa en el Español
Pero Pepe Collins también representó algo singular en el basket de los años ochenta. Había nacido en Guinea Ecuatorial en la época colonial (1962) y por lo tanto era español. Y de color. Una combinación que ahora está totalmente normalizada y que no llama la atención. Sin embargo, hace 25 años resultaba insólito encontrar en una pista de baloncesto a un jugador español que no fuese blanco. Y por encima, con un nombre tan ibérico como Pepe.

Con Pirulo al frente de la nave aquel Obradoiro ofreció un rendimiento sobresaliente. Hasta el punto de que, como ya hemos contado aquí, se quedó a una eliminatoria del ascenso a la ACB en el play off. La famosa eliminatoria contra el Juver. A aquel equipo se le debe que el Obradoiro pisase la élite en 2009. Y Pepe Collins, con el 10 en la camiseta, fue una pieza fundamental de aquel engranaje.

Pepe Collins, en un partido con el Obra
(Foto: La Voz)


En su temporada en Obradoiro promedió casi 10 puntos y 4 rebotes por partido, aunque sus números pudieron ser mayores de no ser por los problemas físicos que le hicieron perderse unos cuantos encuentros y rendir por debajo de lo normal en otros. Aún así, los aficionados pudieron disfrutar de un jugador muy intenso en defensa y que, al mismo tiempo, ofrecía recursos inéditos en los jugadores nacionales de la época: elasticidad, potencia física, salto, suspensión...

Pepe Collins es uno de esos jugadores que debían haber jugado en ACB con el Obradoiro en la temporada 90-91. Pero la Justicia tardó 17 años en resolver aquel problema, y Collins hizo las maletas. Pasó dos temporadas en tierras extremeñas con el Cajabadajoz y otras dos en Cataluña, en el Montcada de 2ª División. Luego se retiró y reenfocó su vida profesional hacia la enseñanza de jóvenes y la puesta en marcha de proyectos formativos en su Guinea natal.

Collins, en la actualidad (foto de su Twitter)


Hace unos meses se publicó en la web de la FEB un reportaje muy extenso sobre la vida de Pepe Collins en la actualidad. Se titula "Retorno a los orígenes" y en él se cuenta como en 2007 decidió volver a Guinea Ecuatorial para desarrollar diversos proyectos relacionados con el basket. Como anécdota, uno de sus hermanos (Eddy) es uno de los barman más conocidos de Barcelona. En esta entrevista se relata su historia, que también merece la pena leer.