domingo, 6 de marzo de 2016

El Obradoiro tuvo que afrontar en noviembre de 1987 la difícil misión de buscar un sustituto de Bill Collins. El añorado Bill hizo las maletas apresuradamente con destino a Estados Unidos y la afición obradoirista le dijo adiós aguardando un regreso que nunca se produjo. Pasaron los días y no quedó más remedio que encontrar un recambio. El elegido fue Aaron Brandon. Aunque su llegada a Santiago no sirvió para enderezar el rumbo de una temporada que empezó mal y acabó peor, con un descenso de categoría en Andorra. Aportó puntos que se quedaron sin premio. Quizás todo se resume en que la sombra de Bill era muy alargada.

Brandon, con la bola, en un Obradoiro-Caja San Fernando
(Recorte de El Correo Gallego)
Lo primero que llamará la atención a quien lea este artículo es la posición en la que jugaba el protagonista de nuestra historia. Aaron Brandon era alero. Sí, un jugador que estaba cerca de los 2 metros (andaba por los 6'-6"). Pero no era un interior. Y la clave es que el Obradoiro necesitaba en aquel momento un pívot para reemplazar el hueco en la zona que dejaba Colllins. En vez de traer un jugador interior que ayudase al otro interior americano del equipo (Mike Schultz), el club optó por otro perfil distinto. Alguien más anotador que aportase puntos. Como ya hemos dicho y veremos más adelante, el experimento salió mal.

La llegada de Aaron Brandon cogió de imprevisto a la afición del Obradoiro en aquel mes de noviembre de 1987. Los últimos fichajes foráneos que habían llegado al viejo Sar en años anteriores eran jugadores conocidos en la liga española (Bill Collins, Mike Schultz, Larry Gibson) o con cierto caché en Europa, como Bobby Wallace. Pero Brandon no encajaba en ninguna de estas dos categorías. Era ciertamente un desconocido para los aficionados al basket en España. No en el Estado de Mississippi.

Entre 1981 y 1985, nuestro protagonista fue un anotador compulsivo en el equipo de la Universidad de Alcorn State. Puntos, puntos y más puntos con la camiseta de los Braves. En sus dos últimos años universitarios formó parte del equipo ideal de la Southwestern Athletic Conference y sus mejores cifras llegaron en su temporada de junior, en la que promedió casi 20 puntos y 5 rebotes por partido.

La única (y pésima) foto que he encontrado
de Aaron Brandon en su etapa universitaria
Las estadísticas no mienten: Aaron Brandon no solo era el líder de aquel equipo, sino que lo fue precisamente en la mejor época de Alcorn State. Esta universidad se ha clasificado seis veces para el March Madness en toda su historia. Y la mitad de ellas (1982, 1983 y 1984) fue con Aaron Brandon en el roster. De hecho, una vez que dejó el equipo no se volvió a ver a los Braves en la gran cita de la NCAA hasta 15 años después. Vamos, que lo echaron bastante en falta.

En honor a la verdad, tampoco es que la participación de Alcorn State en el March Madness fuese para echar cohetes. En esas tres temporadas no superaron la primera ronda. Es lo que pasó por ejemplo en 1982, cuando se encontraron con la Universidad de Houston, en la que jugaban Drexler, Olajuwon y Michael Young, aquel primera ronda del Draft que acabó ganando la Euroliga con Limoges al Madrid de Sabonis. Houston ganó por diez puntos y Aaron Brandon todavía no tenía demasiado protagonismo.

Las cosas cambiaron la siguiente temporada. Alcorn State volvió a caer en primera ronda ante un rival de peso, Georgetown (de Pat Ewing), por un ajustado 68-63. Pero Brandon ya era la pieza clave en aquel equipo y de hecho ese día jugó los 40 minutos del partido. Un año después se repitió el guión: derrota por la mínima (57-56) frente a Kansas en primera ronda, con Aaron como máximo anotador de un equipo que estuvo muy cerca de pasar de ronda.   

Pero a Aaron Brandon su torrente de puntos no le sirvió para hacerse un hueco en la NBA y ni siquiera fue elegido en el draft. Bueno, realmente sí entró en el draft, pero en el de la CBA, aquella liga alternativa a la NBA por la que desfilaron muchos jugadores norteamericanos durante los años 80. El propio Brandon decidió no moverse de Estados Unidos y pasó a formar parte del equipo que San Antonio tenía en la CBA. Allí jugó antes de recalar en Santiago.
 
LLEGADA ROCAMBOLESCA

Volvemos a noviembre de 1987. El Obradoiro se quedó sin Bill Collins, que emprendió un viaje de urgencia a Estados Unidos sin fecha de vuelta. Era un contratiempo más para un equipo diseñado a principio de temporada con la ambición de ascender a ACB, pero que a esas alturas caminaba por la parte baja de la 1ªB. Una 1ªB que, no lo olvidemos, era una categoría muy dura y con un nivel superior al de la actual LEB. Valga un ejemplo demoledor: en aquel Obra jugaba Mike Schultz, que unos meses antes estaba promediando 36 minutos en el subcampeón de la ACB. Aquello era la 1ªB.

Con el 13, en un Obra-Pamesa
(Recorte: ECG)
El Obra se movió rápido para cubrir la salida de Collins y por ello llegaron a Santiago dos jugadores a prueba. Ambos tenían un perfil muy similar: aleros jóvenes, anotadores y muy fisicos. El primero era Todd Linder, un chico procedente de la Universidad de Tampa-Florida que se había quedado cerca de fichar por los Sonics. El segundo era Aaron Brandon, de 24 años, que finalmente resultó el elegido.

Lo primero que llama la atención de Brandon es una anécdota: cuando aterrizó en Santiago, lo hizo pensando que ya había fichado por el Obra. Porque resulta que nadie -o eso alegó- le había explicado que venía a hacer una prueba. Resuelto el entuerto, la directiva y su representante (Gabarró) pactaron un sueldo de entre 20.000 y 22.000 dólares hasta final de temporada. Nada mal teniendo en cuenta que estamos hablando de los salarios de hace 30 años.

Un segundo aspecto que también sorprendió de aquel fichaje fue que Brandon no procedía del basket profesional. O con más precisión, de un equipo profesional. Y es que Aaron había estado aquel verano de gira por España con el Larios All Star, formado por jugadores sin equipo dispuestos a hacer bolos amistosos por Europa para darse a conocer y captar la atención de otros equipos. Fue un combinado (nunca mejor dicho llamándose Larios) en el que tenía mucho que ver el famoso agente Luciano Cappiccioni.

Cuando se hizo público su fichaje, el club destacó entre sus cualidades que era "buen tirador, espectacular y con capacidad de rebote". Quedaba la duda de si sería capaz de suplir con solvencia el hueco que dejaba Bill Collins en la zona interior obradoirista. Mientras tanto, se iban conociendo algunos detalles más de su vida personal: en la universidad había realizado estudios para ser profesor de Educación Física, estaba casado y tenía un hijo de ocho meses.

Lo cierto es que su debut fue bastante gris. Sucedió el 18 de noviembre de 1987, en un Obradoiro-Caja San Fernando del que ya hemos hablado en este blog. Brandon anotó 12 puntos pero, según la crónica de El Correo Gallego, el nuevo americano "pasó sin pena ni gloria; habrá que esperar para conocer las verdades posibilidades del nuevo yanqui". Las cosas sí mejoraron en los siguientes partidos, a medida que iba conociendo el sistema de juego de José María Malvar y se iba adaptando a la liga española.

En el banquillo acompañado de Owi
(Recorte: ECG)
En su siguiente partido contra el Cajamadrid ya se fue hasta los 20 puntos, siendo el máximo anotador del Obra en la victoria compostelana en tierras madrileñas. Y subió hasta los 26 en la visita al Askatuak. Malvar lo utilizaba también para subir la bola y en el partido de San Sebastián volvió a ser el más destacado: "Gustó mucho el norteamericano Brandon, por su gran habilidad y agilidad ofensiva", contaba la crónica de la agencia Efe.

PUNTOS INSUFICIENTES

Aaron Brandon siguió anotando con fluidez durante el resto de la temporada. Llegó en varias ocasiones a los 30 puntos e hizo una buena pareja con Mike Schultz. Frecuentemente superaban entre ambos los 50 puntos, y eran sin duda la referencia anotadora del equipo. Tampoco falló en el tema físico: no se perdió ni un encuentro -jugó 28 partidos pese a incorporarse a mediados de noviembre- en los que promedió 21 puntos.

Pero la temporada fue un auténtico fiasco. Un Obra confeccionado para luchar por el ascenso acabó convertido en un Obra sufriendo para no descender de categoría. Fueron unos meses en los que se juntaron los problemas extradeportivos, los impagos, la dimisión del presidente del club y la desilusión de la afición ante la mala marcha del equipo. Un cóctel peligroso que acabó con el descenso de categoría tras perder el playout contra el Andorra del exobradoirista Larry Gibson.

A diferencia de otros jugadores que pasaron por el club en aquella época, Brandon no dejó un especial recuerdo en la afición. "De Aaron solo me queda el recuerdo de un tremendo mate después de un tiro libre, la verdad es que tenía muy buenos muelles, pero poco más recuerdo", escribía Edu en un comentario de este blog hace un tiempo.

Apenas he logrado información sobre la trayectoria de Brandon tras dejar el Obradoiro. Únicamente una referencia a que volvió a la CBA para jugar con los Wichita Falls Texans en la temporada 89-90, lo que me lleva a pensar que tampoco es que tuviese una trayectoria profesional muy brillante. También me resultó imposible contactar con él o saber algo de su paradero. Así que toca quedarse con sus puntos, el recuerdo más positivo de su paso por Santiago en una temporada para el olvido.

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