domingo, 27 de septiembre de 2015

"Nos pasó el día después de ganar un partido. Él vino a buscarnos al piso donde vivíamos. Nos apareció a las 7 de la mañana para levantarnos y llevarnos a entrenar, porque pensaba que no habíamos jugado bien". Esta anécdota, impensable en el basket actual, define lo que era y la forma de entender el baloncesto del yugoslavo Todor Lazic, el entrenador que dirigió al Obradoiro en su primera experiencia en la élite allá por 1982. Todor apenas estuvo unos meses en el club, a causa de una enfermedad que le impidió continuar en el banquillo. Pero tuvo tiempo para revolucionar la forma de entender el basket en el Obra. También dejó una impronta muy fuerte a todos aquellos que estuvieron a su cargo y que hoy, 15 años después de su muerte, lo recuerdan con cariño.

Todor, en el viejo Sar
A Todor Lazic lo fichó el Obradoiro en el verano de 1982. Pero no era un desconocido en el basket español, porque unos años antes había sido el coach del Barcelona. Fue durante la temporada 1976-77, en la que se hizo cargo del puesto en sustitución de su compatriota Ranko Zeravica. Ambos eran muy amigos y Zeravica recomendó al Barça su fichaje teniendo en cuenta el bagaje de Lazic. No solo había jugado y entrenado al Partizan de Belgrado. También tenía experiencia internacional (ascendió al Kieti italiano a la LEGA), estuvo en Estados Unidos haciendo los cursillos de entrenador y dirigió a la selección yugoslava junior, entre otros cargos.

Una de las cosas que definían a Lazic era su pasión por la formación de jóvenes talentos. Él mismo lo reconocía. Cuando aterrizó en Barcelona, en su primera entrevista en El Mundo Deportivo advertía de que ya sabía lo que era dirigir "equipos de gran potencialidad". Pero añadía algo más: "He forjado jugadores como Korac, Rajkovic, Nikolic y Zizic, que han llegado a ser figuras en toda Europa". Zeravica tampoco ahorraba elogios hacia él: "Se trata de un hombre que ama profundamente este deporte, y que se entrega a él con todas sus fuerzas".

Lazic, en su época en Barcelona (1977-78)
Foto: El Mundo Deportivo
A Lazic no le fue demasiado bien en el Barça. El equipo terminó segundo en la liga y perdió la final de Copa contra el Real Madrid. Pero aquella experiencia le permitió hacerse un nombre en la afición española. Y por eso la afición del Obra ya sabía quién era cuando en el verano de 1982 se concretó su fichaje como técnico obradoirista en aquella histórica temporada, la del debut del equipo en la actual ACB.

Aquella temporada fue un desastre en lo deportivo. El equipo comenzó muy bien, compitiendo en los partidos de su liga e incluso estrenando el casillero de victorias. Pero los planetas se alinearon para hacerle la vida imposible al Obradoiro. En la jornada 5, el hombre llamado a marcar diferencias (Chuck Verderber, el único americano del equipo) se rompió el talón de aquiles y no volvió a jugar con la camiseta del Obra. También al inicio de la temporada se rompió el brazo Gil, que venía de ser el máximo anotador de toda la Primera B. Y también llegaron los problemas extradeportivos en forma de impagos.

Plantilla del Obra 82-83, con Todor (primero por la izq)
Por encima, Todor Lazic se tuvo que marchar a Yugoslavia antes de terminar las navidades por culpa de una enfermedad cardíaca y no pudo regresar a España. Pocas cosas malas quedaron por suceder en aquella temporada 1982-83, que siempre quedará en el recuerdo como el año en el que el Obra solo ganó dos partidos en toda la temporada y tuvo entre sus integrantes a Nate Davis.

UNA REVOLUCIÓN

Pero la presencia de Lazic en el banquillo obradoirista sirvió para que la afición santiaguesa fuese testigo de métodos de trabajo nunca vistos hasta la fecha. La entrega al baloncesto de la que hablaba Zeravica se plasmaba en una minuciosidad que llamaba la atención. "No soportaba que le engañasen con los números. Y contaba todas las repeticiones que hacíamos tanto en los entrenos físicos como en los técnicos", me cuenta Popocho Modrego, integrante de aquel Obradoiro. "Todor llevaba un cuadrante de todas las sesiones de tiro que habíamos hecho durante la temporada... y eso que tirábamos mínimo 1000 tiros cada tres días", añade. Eran tiempos de papel y bolígrafo. De Naranjito. Nada de tablets, discos duros y demás tecnologías.

A Todor Lazic no solo se le conocía por su minuciosidad a la hora de dirigir el equipo. También se caracterizaba por exigir el máximo a sus jugadores, con independencia de su edad o del tipo de entrenamiento que estuviese haciendo. Otro jugador de aquel Obra, Abel Amon, lo recuerda con nitidez. "Ahora todo el mundo tiene claro que entrenador de la antigua Yugoslavia implica aprendizaje y talento pero también un tremendo esfuerzo físico. Aquello era un “sinvivir”, pero nos pusimos como motos físicamente y mejoramos mucho técnicamente", me cuenta. Y Popocho lo corrobora: "los entrenos técnicos eran interminables, de casi tres horas. No tenía en cuenta que en el antiguo Sar no había calefacción y hacía un frío de pelotas... y acababámos helados".

Otra de Lazic en el viejo Sar
Cuando llegó a Santiago Todor Lazic contaba con 51 años, pero conectaba bien con los jóvenes del equipo. Para ellos era una oportunidad estar dirigidos por una persona de la experiencia y trayectoria de Todor, que además tenía buen ojo para detectar el talento. Me cuentan que en aquellos meses de 1982 ya hablaba a las mil maravillas de un chaval yugoslavo llamado Drazen. Un chaval que todavía tenía 17 años.

Y son algunos de los jóvenes que integraban aquel Obradoiro 82-83 los que guardan buenas anécdotas sobre Todor y su forma de entender el baloncesto, que iba más allá de la táctica y el físico. También estaba pendiente de la dieta de los jugadores. "Coincidíamos a cenar la gran mayoría de los días y siempre nos supervisaba el menú. Cuidaba siempre de que la comida fuese la que tenía que ser. Por supuesto nada de alcohol", recuerda Pepe Rivera.

Precisamente el alcohol es el protagonista de una de las anécdotas más graciosas de Todor en Compostela. Resulta que al Obra acababa de llegar un junior de Lugo, llamado Eliseo, que no conocía la prohibición de Todor sobre este tipo de bebidas. Pero sus compañeros a modo de broma no le habían dicho nada. Y Eliseo se pidió una cerveza mientras comía con el resto de sus compañeros en un restaurante de Santiago en el que almorzaban muchos jugadores del Obra.

En eso apareció Todor. Y le preguntó a Elseve (era como llamaba a Eliseo) qué estaba bebiendo. El jugador -sin saber la que le venía encima- le contestó con total naturalidad: "una cerveza", invitándole a probarla. La respuesta fue un sonoro grito del coach yugoslavo dirigido a "Elseve": "Prima e ultima vez que tu bebere esa cosa!!". Ya os podeis imaginar las risas del resto de compañeros.

EL IDIOMA

Otra de las cosas de Todor Lazic que han perdurado en la memoria de los obradoiristas que trabajaron con él era su forma de hablar. De su año en Barcelona sabía algo de español. Pero controlaba algo más de italiano, donde había vivido más tiempo. De la mezcla de ambos salía ese peculiar italospagnolo con el que se expresaba, y que también dejó grandes momentos. Uno me lo cuenta Popocho: "Desde el primer día de la pretemporada a Orbea [otro jugador del Obra] le llamo José Ángel; y cuando le preguntaron por Jose Antonio Orbea... dijo que ese no jugaba en su equipo".

Todor, lamentándose por una jugada en el viejo Sar
Todor tenía frases de cabecera. "Quelo non puede ser cosi!" era una de ellas. El tablero de la canasta era el "toblerone". "Recuerdo que una vez me echó una bronca y me decía: "Abel, Abel , non pensi, Abel", recuerda Amon. Para él, Lazic fue algo más que un entrenador. También fue la persona que le hizo debutar en la actual ACB con solo 17 años y nada menos que en el Palau. Ya se lo había dicho a su padre, el escritor y crítico de arte Santiago Amon, en el entrenamiento previo al partido. "Ese partido no se me olvidará y siempre le estaré a Todor agradecido de que me hiciese debutar; gracias a él pude ser baloncestista profesional", confiesa Abel.

Más allá del basket y la alimentación, Lazic también dejó otras anécdotas sorprendentes. El club le dejó un Seat 850 para desplazarse, pero él no conducía y utilizaba de chofer a Popocho Modrego para recogerle y llevarle a los entrenamientos. "Un día el coche apareció con un lateral abollado, y él quería montar guardia para ver si localizábamos al que le había dado el golpe para hacérselo pagar", rememora Modrego.

DEMASIADOS PROBLEMAS

Todor Lazic no pudo cumplir el cometido para el que fue fichado como coach del Obra. En una entrevista en El Mundo Deportivo al poco de llegar al banquillo, aseguraba que el Obradoiro lucharía por mantener la categoría. "Para nosotros será un año muy duro, necesitamos sacrificarnos mucho todos, tanto entrenadores como jugadores, directivos y aficionados, y tener mucha paciencia para esperar los resultados. Tenemos un equipo joven, todos luchadores y con ganas de mantener la categoría, objetivo en este primer año", resumía el entrenador yugoslavo.

Dirigiendo al equipo
Con lo que nadie contaba era con la racha de lesiones nada más empezar la temporada, que convirtieron al Obra en una plantilla diezmada. El equipo compitió bien en los primeros partidos (ganó en la jornada 2 al Caja de Ronda y estuvo cerca de lograrlo contra Baskonia en la 3 y Joventut en la 5), pero las bajas y los problemas extradeportivos se convirtieron en una losa demasiado pesada. Y el Obra acabó la temporada con dos victorias en 26 partidos.

A todos los males del equipo se unieron las dolencias físicas de Todor. En la entrevista antes citada se refería a ellos. Y es que tras entrenar al Barça surgieron los problemas. "Hace tres años [1979] tenía problemas en el corazón. Por suerte no era cosa grave como se pensaba al principio. Después de descansar ocho o nueve meses como me dijeron los médicos, comencé a trabajar. Los médicos me indicaron que podía hacerlo otra vez normalmente". Todor ya reconocía que esos problemas tenían que ver con el basket: "Pienso que es una cosa que puede ocurrirle a cualquier entrenador porque nuestra vida es de mucho nerviosismo. Los médicos me dijeron que era un ataque cardíaco causado por la tensión de muchos años".

El coach se equivocó. Aquellos problemas sí eran graves. Tan graves que en las navidades de 1982 tuvo que abandonar Santiago y no regresó a la ciudad. Siempre quedará la duda de qué hubiese sido del Obradoiro (ya con Nate Davis) si Todor Lazic hubiese regresado al banquillo. "Si se hubiese quedado en el Obra la temporada hubiese sido distinta", pronostica Pepe Rivera. Está claro que nunca lo sabremos.

Tras su experiencia en Santiago, Todor regresóa Yugoslavia y dejó los banquillos, pero no el baloncesto. Abel Amón me cuenta que se encontró con Lazic en 1986 durante el Mundial jugado en España. Durante varios años ejerció funciones de asesor de la Federación Yugoslava y, tal como recordaba El Mundo Deportivo, siempre acudía al aeropuerto a recibir al Barça cuando jugaba en los Balcanes.

Pero los problemas de corazón no desaparecieron, sino que fueron agravando su salud de forma progresiva. Hasta que en julio de 2000 trascendió la noticia de su fallecimiento. Se marchaba Todor Lazic, el entrenador que en solo cinco meses revolucionó la forma de entender y vivir el baloncesto desde el banquillo del Obradoiro.
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