domingo, 23 de agosto de 2015

José Antonio Gil es probablemente el primer gran cañonero que tuvo el Obradoiro. Un francotirador cuya principal virtud era el lanzamiento exterior. Hace unos días, a preguntas del twittero Cobi Sobrino, me di cuenta de que nunca había escrito sobre este ourensano. Algo imperdonable dado que es uno de los jugadores que más partidos ha disputado con el Obra. Ahí van unas líneas del Gil obradoirista, a la espera de leer las que Cobi Sobrino escribirá sobre su exitosa trayectoria posterior en el Caixa Ourense.

Gil, con el número 5 en el viejo Sar
Gil aterrizó en el Obradoiro a mediados de los 70. Pertenecía a la generación del 55 y con poco más de 18 años ya fue compañero en el Obra del primer americano que tuvo el club, Dave Stoczynski. Y pronto comenzó a destacar por su poder anotador. Anotaba sobre todo desde lejos, pese a que en aquella época todavía no existía la línea de tres puntos. De hecho, Gil se marchó del Obra sin meter un solo triple porque dejó el club un año antes de que el triple naciese en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 84.

Como buen cañonero que se precie, la principal virtud de José Antonio Gil era la puntería. Con apenas 20 años lo demostró con creces en el Obra 75-76, aquel equipazo liderado por Jimmy Thorsden que se quedó tan cerca del ascenso a la actual ACB. Gil fue el tercer máximo anotador del equipo, solo por detrás de Thorsden y de Lorenzo Motos, y al mismo nivel de Tonecho. En una Primera B que, recordemos, era dura como el cemento armado.

Gil y López Cid, temporada 75-76
Las virtudes de Gil eran perfectamente conocidas por sus compañeros: "Le teníamos prohibido pasarle a nadie, tú todo lo que cojas te lo tiras... y nunca bajaba de los 20 puntos", cuenta Julio Bernárdez en el libro Bodas de platino. Julio fue en primer lugar compañero de Gil durante varias temporadas. Y en la temporada 81-82 fue su entrenador en la mítica campaña del ascenso de Mataró.

Esa fue la primera etapa de Gil en el Obradoiro. Pero si la primera fue buena, la segunda fue especialmente brillante. Tras un breve paso por el Caja de Ronda (temporada 78-79) en la Primera B, regresó al Obradoiro en el verano de 1979 justo al mismo tiempo que lo hacía Mario Iglesias. Estaba a punto de conformarse una de las parejas más recordadas de la historia del club. El tándem Mario-Gil iba a dar muchas alegrías a una afición obradoirista necesitada de triunfos.

Saltando a por un rebote (con el 5)
Ambos aterrizaron en un Obradoiro que en la temporada 79-80 competía en la Segunda División, lo que hoy equivaldría a la LEB plata. Su rendimiento fue espectacular, y Gil se hartó de anotar. En el primer partido de liga dejó claras sus intenciones y le enchufó 47 puntos a la Atlética Avilesina. Acabó la temporada con una media de casi 32 puntos. Y el Obra logró el ascenso a la Primera B tras acabar la liga en segunda posición, con Jorge Peleteiro en el banquillo.

Pero los dos años siguientes fueron todavía mejores. En la temporada 80-81 el Obra consiguió la permanencia en Primera B con Gil como 4º máximo anotador de la competición (21,3 puntos por partido). La pareja Gil-Mario ya se había convertido en la más famosa de la liga. Entre los dos promediaron aquella temporada más de 40 puntos por partido.

Tiro en suspensión, temporada 81-82
Y llegó la temporada 81-82. La que marcó un antes y un después en la historia del Obradoiro. La que terminó con el ascenso a la actual ACB. Una temporada en la que el Obra -con Bernárdez y Casal en el banquillo- fue creciendo jornada a jornada y acabó materializando la hazaña en Mataró, en aquel partido inolvidable que ya protagonizó un artículo de este blog. Aquella mañana, cuando el Obradoiro se jugaba todo en 40 minutos, Gil fue de nuevo el máximo anotador del equipo (28 puntos) y su asociación con Mario Iglesias volvió a ser demoledora: 53 puntos de los 89 que le valieron al Obra un billete para la gloria.

LA FATALIDAD

Lo que estaba claro en aquel verano de 1982 es que José Antonio Gil tenía calidad suficiente para jugar en la élite. Acababa de ser el máximo anotador de la Primera B (26,6 puntos por partido), por delante de Beirán, Junguitu y Mario Iglesias. Por eso aquella temporada 82-83 se antojaba como su gran oportunidad, con el Obradoiro en la élite y él como capitán.

Pero la mala suerte apareció cuando nadie contaba con ella. En la jornada 7, en la parte final de un Obradoiro-CAI que los zaragozanos acabaron ganando por 40 puntos (75-115), Gil se rompió el codo tras una brutal caída después de que Pepe Arcega intentase taponarle. Aquello fue un palo enorme para un Obradoiro que dos semanas antes había perdido a su americano tras otra gravísima lesión. Y un palo también para José Antonio Gil, pese a que volvió a las canchas antes de que acabase la temporada. De hecho, fue el máximo anotador en el famoso partido de Copa del Rey contra el OAR Ferrol, del que ya hablamos en este blog.

José Antonio Gil (izquierda), en la actualidad.
Foto publicada en La Región
Aquellos fueron los últimos partidos de Gil con la camiseta santiaguesa. El cañonero del Obra decidió cambiar de ciudad, volver a sus orígenes y fichar por el Caixa Ourense. Allí siguió mostrando sus dotes de francotirador letal y logró varios ascensos con el club. En Ourense sigue residiendo y hace unos meses lo vimos en un especial sobre el ascenso del COB que hizo el periódico La Región.
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