lunes, 25 de noviembre de 2013

(Este artículo forma parte del número 1 de la revista SCQ Basket, que no os debéis perder!)

Con 441 partidos de la NBA (Bulls, 76ers, Jazz, Wizards y Bucks), 66 de la ACB y unos cuantos de la LEB a sus espaldas, Michel Ruffin se tiró al parqué del Pazo Paco Paz la tarde-noche del 2 de marzo de 2011 como si le fuese la vida en ello. La suya y la de su familia. Y su esfuerzo no fue en vano: recuperó el último balón, Obradoiro ganó aquel partido frente al COB y, pese a que hubo que esperar a la última ronda del play-off, finalmente consiguió el ansiado retorno a la ACB.

Ruffin, sobre el suelo del Paco Paz: el Obra va a ganar al COB
(Foto: http://obradoirobasketfoto-fru.blogspot.com.es)
Michael Ruffin se marchó de Santiago pocos meses después de la misma forma en que llegó aquel otoño de 2010: de puntillas, muy silenciosamente, sin estridencias. Aterrizó en Compostela como sustituto de Maceo Baston ya empezada la temporada y se marchó dejando al equipo en ACB y aportando su granito de arena en el éxito colectivo en forma de 2,7 puntos y 5 rebotes por partido durante los 40 encuentros en los que defendió la camiseta obradoirista. Fueron las últimas estadísticas de su carrera. No volvió a jugar al basket profesional o, mirando el vaso medio lleno, cerró una brillante trayectoria profesional con la satisfacción del deber cumplido.

A Ruffin lo encontramos ahora en Phoenix, a más de 800 millas de su Denver natal. Como tantos otros jugadores, sigue ligado al baloncesto. En la capital del estado de Arizona se mantiene ocupado entrenando a un equipo de chavales, aunque también ocupa su tiempo con su iglesia y con su amplísima familia. Porque de Ruffin también se recuerda su amplísima prole. “Acabamos de tener nuestro séptimo hijo, que nació el día de mi cumpleaños, el 21 de enero de 2013. Su nombre es Neriah”, nos cuenta.

Uno de los hijos de Ruffin, 'practicando' en Sar
(Foto: http://obradoirobasketfoto-fru.blogspot.com.es)
Precisamente, el número de integrantes de la familia Ruffin convirtió en poco menos que una odisea encontrar un piso en Santiago en el que cupiesen todos sus miembros. Un reto para el club, y más teniendo en cuenta que el norteamericano llegó a Compostela con la temporada ya iniciada, lo que reducía el margen de maniobra. Pese a las dificultades, la búsqueda dio sus frutos y el pívot y los suyos se establecieron en un apartamento situado encima de un conocido restaurante a las afueras de la ciudad.

Solventado ese pequeño problema logístico, el otro reto al que se enfrentó en Santiago fue el de recuperarse físicamente tras sufrir una importante cirugía meses antes. Una misión cumplida al 100% gracias al trabajo y la paciencia de los integrantes del cuerpo técnico del Obra, que se volcaron en la recuperación para la causa de un jugador que estaba cerca de cumplir los 34 años cuando llegó a Compostela. Ese es precisamente uno de los mejores recuerdos que guarda de su estancia en tierras gallegas: “Llegué recuperándome de una operación de rodilla y acabé celebrando un campeonato; Moncho fue un apoyo y nos llevó a ser el mejor equipo que podíamos ser”, rememora desde la ciudad de los famosos Suns.

Agarrado a Yao Ming en la época de los Bucks
(Foto: NBA.com)
Decir que Big Hustle fue decisivo para lograr el ascenso a la ACB sería, probablemente, faltar a la verdad y caer en el elogio fácil a un jugador que ya no está en activo. Y tampoco sería justo dadas las circunstancias, teniendo en cuenta que su presencia en Santiago vino a ser el epílogo a su carrera deportiva, recién recuperado de una lesión grave y lejos del rendimiento deportivo que lo convirtió en un tío capaz de tener casi 20 minutos por partido en los Bulls. Pero tampoco se debe minusvalorar el papel de Ruffin en aquel Obradoiro, cumpliendo en todo momento el rol que Moncho le asignó y aportando como plus la seriedad y la sobriedad marca de la casa. En Santiago también fue Big Hustle, o Ministro de Defensa, otro de los apodos que recibió durante la temporada

Acompañado de Oriol, Hopkins y Kendall, Ruffin asumió ese papel de dar minutos de refresco aportando intensidad defensiva y seguridad en el rebote, una de sus grandes cualidades junto al tapón. Para la memoria no sólo queda aquella recuperación en el Paco Paz. También esa otra imagen en la que, literalmente, levantó por el aire a un rival del Clínicas Rincón que tenía agarrado el balón. Ruffin levantó balón y rival al unísono.

En Burgos, junto a uno de sus hijos tras lograr el ascenso
(Foto: http://obradoirobasketfoto-fru.blogspot.com.es)
Pero, más allá del juego, el pívot de Denver también aportó veteranía y templanza en un vestuario totalmente renovado respecto a la temporada anterior, y que precisamente estaba muy necesitado de líderes y referentes tras la traumática experiencia de la ACB. El año anterior habían pasado casi 20 jugadores por el club, y el Obradoiro –entre otros problemas- careció de una voz autorizada que guiase la nave cuando llegaba la tormenta. Algo por otra parte lógico en un vestuario creado de la nada, algo poco menos que insólito en el deporte profesional.

Esta es quizás la faceta más desconocida de Michael Ruffin, la de un hombre rocoso que vivía el basket en silencio pero muy intensamente. Una persona que lo tuvo cerca en esa temporada rescata una anécdota que permite dibujar cómo era Ruffin como compañero e integrante del equipo.

Hombre de pocas palabras, resulta que el de Denver no hablaba prácticamente nada. Y todavía menos tras una dolorosa derrota en Huesca nada más empezar la segunda vuelta. Fue una semana de entrenamientos durísimos que terminaría con la final de la Copa Príncipe. Los jugadores estuvieron implicados al máximo y, en la final, el Obra acabó ganando la copa en un partido muy duro que Murcia dominaba al descanso. Y fue entonces, una vez terminadas las celebraciones, cuando Ruffin sí abrió la boca.

Machacando en Sar, en un partido contra Breogán
(Foto: http://obradoirobasketfoto-fru.blogspot.com.es)
Dirigiéndose a sus compañeros, Michael vino a decir que todos ellos habían entrenado muy duro durante toda la semana, que se habían dejado la piel y que gracias a ese trabajo el Obradoiro había ganado la Copa. A continuación, instó a todos a mantener ese nivel de entrenamientos hasta el final de temporada para poder conseguir el objetivo, un objetivo que finalmente se logró. Por la emoción del momento o por lo inusual de ver a Ruffin hablando en público, lo cierto es que todos le escucharon como si fuese el mismísimo Obama.

BUEN EPÍLOGO

Con el paso del tiempo, es muy probable que nuestro protagonista guardará un buen recuerdo de Santiago y del Obradoiro. Lo primero, porque fue y será –salvo sorpresa mayúscula- su último equipo como jugador profesional. Y a mayores, porque él mismo reconoce que se sintió muy a gusto en la ciudad. No duda en darle las gracias “a los fans y a la gente de Santiago, porque ellos no sólo apoyaron a nuestro equipo sino también a mi familia”. “Mi hija ha estado pidiéndome que volvamos a visitar Santiago para ver a los amigos que ella hizo; nos encantó nuestra estancia allí”, confiesa.

Celebrando la victoria en Ourense con Nguema y Bulfoni
(Foto: http://obradoirobasketfoto-fru.blogspot.com.es)
Aunque echando la vista atrás, Ruffin ya estaba presente desde 2009 en un partido histórico para el Obra. Fue en aquel Manresa-Obra de la temporada 2009-10, en el que el equipo santiagués consiguió su primera victoria a domicilio en ACB en toda su historia.

¿Y el futuro? Con tantos integrantes en la familia Ruffin, es inevitable preguntarse si alguno de sus vástagos seguirá sus pasos, los mismos que le llevaron a militar en 5 equipos de la NBA, dos de la ACB (Lleida y Manresa) y a colgar las botas tras pasar por el Obra. Ante esa pregunta, la respuesta vuelve a ser la cautela. Reconoce que le encantaría que el apellido Ruffin siguiese sobre las pistas. Y un buen candidato para conseguirlo podría ser su hijo Javon, que con solo 10 años ya está enganchado al deporte de la canasta. Pero nada de prisas ni de agobios: “Solo el tiempo lo dirá”.

Con Levon Kendall en el vestuario de Burgos. Acababa de
jugar sus últimos minutos como profesional
(Foto: http://obradoirobasketfoto-fru.blogspot.com.es)
Hace más de dos años que Michael David Ruffin, 2ª ronda del Draft del 99 por los Bulls, jugó su último partido como jugador profesional. Fue el día que el Obradoiro retornó a la élite en el pabellón El Plantío de Burgos, el mismo día en que el Ministro de Defensa daba por concluida su carrera deportiva. Y se marchó a Phoenix dejando el listón de la profesionalidad bien alto. Lo hizo sin hacer ruido, exactamente igual que cuando llegó.
Etiquetas: ,

2 comentarios:

  1. Desapercibido, pero un jugador de fondo, de los que te dan un alivio al tirar de banquillo. Bueno Jaco.

    ResponderEliminar
  2. El jugador con la mayor y mejor actitud e intensidad en el juego en defensa, especialmente en el rebote y los tapones. Un jugador introvertido y poco hablador, pero muy muy profesional y sobretodo buen compañero de equipo y persona donde los haya. Lo conocí en primera persona en Lleida, mi ciudad donde jugó con mi equipo el llamado entonces Caprabo Lleida en la liga ACB en las temporadas 2002-2003

    ResponderEliminar