domingo, 25 de enero de 2015

En la primavera de 2006 se emitió en el canal norteamericano A&E un nuevo episodio de la segunda temporada de Intervention, un reallity televisivo en el que se trataba de recuperar a personas con graves adicciones para que las dejasen atrás e iniciasen una nueva vida. Uno de los protagonistas aquella noche era el exjugador de baloncesto Antwahn Nance. Y muy pocas personas lo saben, pero Nance había jugado quince años atrás en el Obradoiro. Fue un paso efímero, de apenas un mes, mucho antes de iniciar un descenso hacia los infiernos del que no tenemos la certeza de si a estas alturas ha conseguido salir.
Nance, en un entrenamiento con el Obra
(Foto: recorte de El Correo Gallego)
Es cierto que no es la primera vez que contamos historias tristes. Lo fue la muerte de Bill Collins por el buen recuerdo (deportivo y personal) que dejó en Santiago. O el fallecimiento de Mike Schultz por la forma en que se produjo. Tampoco fue agradable saber el estado en el que se encuentra Larry Gibson. Sin embargo, la historia de Nance está sembrada de tantos dramas personales que casi entristece contarla.

Septiembre de 1991. El Obradoiro ocupaba los últimos puestos de la Primera B y necesitaba con urgencia un americano para sustituir a un veteranísimo Jimmy Wright, que se acababa de lesionar y tenía pie y medio fuera del club. La primera opción que se barajó fue la del yugoslavo Veljko Petranovic, cuya historia ya contamos aquí en su momento. Aquello no fructificó y dos días después el Obradoiro confirmaba la contratación temporal del ala-pívot Antwahn Nance. Y la pregunta en aquella época era obligada: ¿quién demonios era Nance?

En un partido del Obra en Santa Isabel
(Foto: recorte de El Correo Gallego)
Resulta que en la prensa deportiva ya se conocía algo su nombre porque ese mismo mes había estado a prueba nada menos que en el Real Madrid. Quizás fue la gran oportunidad de su vida. El equipo dirigido por George Karl buscaba sustituto para Ricky Brown, que tenía problemas musculares y estaría como mínimo un mes de baja. Y probaron a Nance, que hasta ese momento había estado entrenando en Francia. "De pasar las pruebas, el norteamericano firmará por un espacio de tiempo de alrededor de un mes, con opción de prórroga hasta final de temporada", informaba en El País un tal López Iturriaga.

El Madrid se llevó a Nance a jugar un amistoso de prueba en Las Rozas contra el Dinamo de Kiev. Pero no les terminó de convencer. Los blancos perdieron aquel partido (72-77) y la floja actuación de nuestro protagonista (4 puntos) acabó por echar por tierra la posibilidad de jugar en el equipo de Karl.

APARECE EL OBRADOIRO

Visto que el Madrid no le quería, Nance siguió buscando equipo y solo unos días después apareció el Obradoiro. El 23 de septiembre se anunció su contratación: un mes a prueba y un salario de 7.000 dólares. Quizás fuese este chaval de 24 años y 2,05 lo que el Obra necesitaba para reemplazar a Wright. Era cuestión de intentarlo y él venía con ilusión: "Vengo con muchas ganas de jugar y mucha ambición, quiero jugar en ACB", le contó a El Correo Gallego, tras definirse como un jugador "rápido, ágil y saltador".

Los aficionados del Obra pronto supieron que Nance se había formado en la pequeña Universidad de Grambling State (Lousiana) y que la temporada anterior había jugado varios partidos en Italia, en el Varese. Su agencia de representación decía de él: "Es un anotador inteligente, fuerte y habilidoso; dominante en la zona interior, muy bueno reboteando y en los bloqueos; gran habilidad para el pase; buen cuerpo y excelente forma física".

Pero lo que nadie contó en aquel momento es que Antwahn había vivido una infancia muy difícil, marcada por un padre alcohólico y violento. Como en otros casos el baloncesto le sirvió como válvula de escape, pero ese drama puede explicar lo que pasó después.

El caso es que la afición obradoirista apenas tuvo tiempo de conocer a Nance. Debutó en la jornada 4 en un partido contra Caja Bilbao -su mejor actuación con el Obradoiro- y su último partido fue en la jornada 8 contra el Caja Badajoz. En total fueron cinco encuentros en los que tampoco convenció al cuerpo técnico compostelano, que buscaba un jugador más interior y con más anotación. Su bagaje se resume en un promedio de 11 puntos y 5 rebotes, además de unos cuantos mates y tapones espectaculares.

Entrenando con el Obra
(Foto: recorte de El Correo Gallego)
Su breve estancia en Santiago hace que algunos de sus compañeros en aquella plantilla no se acuerden de él. Sí tienen frescos los recuerdos de Wright y de Rod Griffin, que fue el americano que llegó en su lugar y el que acabó la temporada. Pero han pasado casi 25 años y Nance ha desaparecido de su memoria. No recuerdan que, para colmo de males, Antwahn acabó su último partido en un hospital de Badajoz tras tener que retirarse en la primera mitad por una lesión en la cadera. Un triste punto y final a su periplo por el Obra.

Pese a sus deseos nuestro protagonista nunca llegó a jugar en la ACB. Aunque sí se convirtió en uno de esos trotamundos que pasan por las ligas de distintos continentes con mejor o peor suerte. Si hacemos caso al currículum de su agencia de representación, Nance jugó en China, Brasil, Ucrania, Venezuela, Turquía o Grecia. Su último equipo fue argentino, el Gimnasia y Esgrima. Aunque no sabemos la fiabilidad de estos datos dado que su agencia también vendía que había jugado en los Clippers (no aparece en ningún registro oficial de la NBA) y en el Real Madrid, con el que solo disputó el amistoso contra el Dinamo de Kiev.

Imagen del programa Intervention, en el que participó
Eso sí, mientras desarrollaba su carrera como jugador Nance tuvo tiempo de saltar a la pantalla. No fue para aparecer en ninguna película, sino para formar parte de un videojuego de basket que SEGA sacó allá por 1994. Era el Slam City with Scottie Pippen, un juego de uno contra uno en el que interpretaba a un secundario llamado Smash. Su personaje era el de un tipo que siempre "gritaba, gruñía y rara vez hablaba un inglés inteligible". O eso al menos es lo que cuentan en esta web.

LA CAÍDA

Pero el audiovisual sí le reservaba un papel protagonista años más tarde. Creemos que dejó el baloncesto en 2002 (tenía 36 años) por culpa de una lesión de rodilla, y fue cuatro años después cuando América conoció la crudísima realidad de Nance a raíz del programa Intervention: Antwahn era un adicto al crack, cocaína, marihuana y alcohol. Y su vida transcurría en Skid Row, el barrio más problemático de la ciudad de Los Ángeles. Una zona deprimida cuyas calles dan cobijo a cientos de personas sin techo y sin futuro. Uno de ellos era Antwahn Nance.

En Intervention, los familiares de Nance trataron de rescatarle de la espiral de destrucción en la que estaba inmerso. Aparecen sus hijos y su mujer, que amenaza con divorciarse si no deja las drogas. El programa no escatima en imágenes de Antwahn poco menos que vagabundeando por las calles de Los Ángeles, fumando con la mirada perdida y tirado en la cama. Son imágenes que duelen sea quien sea la persona, pero que entristecen un poco más sabiendo que el protagonista fue un deportista profesional a punto de perderlo todo. Y que encima llevó puesta la camiseta del Obradoiro, aunque fuese de forma esporádica.

Otra imagen del programa Intervention
Las referencias sobre lo que sucedió después de 2006 son confusas. En algunas páginas web (desconocemos su fiabilidad) contaban que completó con éxito el programa de rehabilitación durante tres meses, aunque tuvo una recaída, acabó volviendo a las drogas e incluso estuvo cuatro meses en la cárcel por un robo. Sin embargo, en la wiki de Intervention cuentan que tras salir de prisión consiguió dejar las drogas y empezar una nueva vida.

¿Y ahora? Pues gracias a las redes sociales conseguimos localizarle y, a tenor de las imágenes, da la impresión de que Antwahn Nance ha iniciado una nueva vida. Intentamos ponernos en contacto con él, aunque no respondió a nuestro mensaje. Pero solo el mero hecho de ver esas fotos  y, sobre todo, sonriendo, nos lleva a pensar que ese descenso a los infiernos ha tenido viaje de vuelta. Ojalá.
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