domingo, 25 de agosto de 2013

Los compostelanos que allá por 1976 tenían uso de razón tuvieron la enorme suerte de poder ver en directo durante nueve días a una auténtica constelación de futuras estrellas del basket europeo. El viejo pabellón de Sar, propiedad del Obradoiro CAB, fue el lugar elegido para que algunas de esas estrellas diesen las primeras pistas de lo que iban a ser capaces de conseguir años después. No tardarían mucho en dominar las ligas domésticas del viejo continente e incluso las grandes competiciones internacionales. Ellos fueron algunos de los protagonistas del Campeonato de Europa Junior de 1976, celebrado íntegramente en Santiago entre el 4 y el 12 de agosto.

La competición estaba formada (cosa bien rara) por un número impar de equipos, un total de 13. Entre ellos estaba la selección anfitriona, que había conseguido la medalla de plata dos años antes en el torneo celebrado en la ciudad francesa de Orleans. Pero las grandes favoritas eran dos potencias del basket de la época: Yugoslavia, vigente campeona; y la Unión Soviética, que poco después sería capaz de encadenar cuatro campeonatos consecutivos. El resto de selecciones se repartían en dos grupos: el grupo A (con Yugoslavia, URSS, Israel, Grecia, Bélgica, Alemania Federal y Finlandia) y el grupo B, formado por España, Italia, Polonia, Turquía, Suecia y Bulgaria.

La selección española. Arriba: Aíto, Gaínza, Epi, Ferrer, Pinedo, Romay, Querejeta y Pinedo jr. Abajo: López Rodríguez, Costa, Solozábal, Garayalde, Salvo, Ansa e Iturriaga. (Foto: FEB)
Entre esa generación de jugadores nacidos entre 1957 y 1959 que disfrutaron del agosto compostelano hay algunos nombres imposibles de ignorar. Empezando por Vladimir Tkachenko (más de 2,20 de altura), que ese mismo verano defendería los colores de la URSS con el equipo senior en los Juegos Olímpicos de Montreal. En el equipo ruso también figuraban entre otros el fallecido Alexander Belostenny (que jugó en Zaragoza) o Andrei Lopatov, que además de ser un ala-pivot es actualmente el suegro de Kirilenko.

El gran rival de la URSS iba a ser Yugoslavia, que a la postre se convertiría en el vencedor de la competición alzándose con la medalla de oro en una final muy reñida. El equipo plavi aterrizó en Galicia con jugadores como el base Aza Petrovic (actual seleccionador de Bosnia y hermano mayor de Drazen), Miograd Maric (leyenda del Partizán) o Rade Vukosavljevic, uno de los integrantes del cinco inicial del torneo. Además, tampoco podemos olvidar que en el resto de equipos también había jugadores que llegaron a hacer una prolífica carrera en el basket. Un ejemplo: Panagiotis Giannakis, leyenda del basket griego.

Aza Petrovic jugó (y ganó) aquel Eujubasket con Yugoslavia.
(Foto: basketcase.blogosfere.it)
 
¿Y España? Pues la selección acogía una generación de jugadores que marcarían un antes y un después en el baloncesto español. Bajo la batuta de Ignacio Pinedo y Aíto García Reneses, el público compostelano animó sin parar al equipo de Epi, Romay, Solozábal, Iturriaga, Quim Costa, Querejeta... A ellos se les unían Garayalde, Gaínza, López Rodríguez, Ansa y Ferrer.

Quizás haya quien se esté preguntando si en esta historia hay alguna relación con el Obradoiro CAB, más allá de que el torneo se celebró en el que era su pabellón, flamantemente inaugurado dos años antes. Pues sí la hay. Porque entre los juniors españoles había un jugador del Obra. El equipo compostelano militaba en Segunda División pero en su cantera militaba un chaval vigués llamado a hacer carrera en la ACB. Y Quino Salvo puede presumir de formar parte de ese equipazo.

"Fue algo fantástico, la gente llenaba el pabellón y era un ambiente loco. En cuanto a los jugadores, siendo juniors ya estaban al máximo nivel", recuerda Quino, que nos atiende con gran amabilidad cuando nos ponemos en contacto con él. Fueron dos meses de preparación y de campeonato en el que compartió habitación con Solozábal, primero en un stage previo en Madrid y luego en el Hotel Peregrino de Santiago. "Hicimos un campeonato muy bueno", recuerda.
La mascota del Eujubasket de Santiago, una rana
Y es que España consiguió el bronce tras realizar un torneo muy brillante, en el que no faltó ni la mascota, una rana de la que nos han hablado históricos del basket compostelano como José Manuel Couceiro. En la primera fase, España consiguió un pleno de victorias tras vencer a Bulgaria (99-64), Turquía (60-58), Polonia (86-71), Suecia (73-59) e Italia (67-63). Ese inmaculado expediente le permitió a los juniors españoles acceder directamente a una de las semifinales, en la que el rival sería el segundo clasificado del otro grupo (Yugoslavia), que había perdido sólo un partido, contra la URSS.

Esa semifinal, jugada el 11 de agosto de 1976, suponía reeditar la final jugada dos años antes en Orleans. El resultado fue el mismo: victoria balcánica (en este caso, 78-68) en un partido muy igualado en el que los yugoslavos sólo pudieron abrir brecha al final del partido. De hecho, a seis minutos del final mandaba en el marcador España (60-59) pero finalmente la victoria cayó del lado yugoslavo.
Otra imagen de la selección española junior, en el pabellón de Sar
Cuenta la crónica de El Mundo Deportivo que fue clave "la notable desproporción en la estatura de uno y otro conjunto, el poder de rebote yugoslavo, la técnica individual y el dominio de toda suerte de lanzamientos a canasta". Todos estos factores "fueron minando el individual español, que además en ataque se vio muy controlado por los cambios de sistema de los yugoslavos", señalaba el periódico catalán.

Para la historia del deporte compostelano, la ficha técnica de ese partido:

YUGOSLAVIA (78): Stankovic (8), Aza Petrovic (6), Bogosavljev (12), Pavlicevic (6), Vukasovic (2), Sikiric, Ostojic, Pribanovic (4), Broric (24), Maric (8), Vukosavljevic (8).
ESPAÑA (68): Garayalde, Costa (11), López Rodríguez (17), Ansa (2), Gaínza, Epi (12), Romay, Iturriaga (16), Querejeta (10).
Árbitros: Alberti y Petterson, ambos de Suiza.

Finalmente España consiguió la medalla de bronce tras imponerse a Bulgaria en el partido por el tercer y cuarto puesto. Tras el palo del día anterior, el equipo de Pinedo y Aíto se repuso y barrió de la pista a los búlgaros en un pabellón de nuevo abarrotado. La primera parte estuvo igualada (41-38 al descanso), pero en la segunda no hubo color y España acabó imponiéndose por un claro 89-72. Como detalle, los once jugadores de la selección española consiguieron anotar. Iturriaga y Querejeta fueron los máximos anotadores, mientras que el obradoirista Quino Salvo logró tres puntos.

Podium de honor
(Foto: El Mundo Deportivo)
Precisamente, uno de los más destacados en ese partido fue el pívot Ricardo Gaínza, al cual localizamos en Cataluña. "Han pasado muchos años pero el Europeo de Santiago fue fantástico. Recuerdo la preparación que hicimos antes del campeonato, las calles de Santiago, la gente muy amable, los paseos por las calles cercanas al Obradoiro, el mercado del pescado... increíble!", nos cuenta por e-mail.

Pero Gaínza, cuya aportación fue clave en algunos partidos de aquel Eujubasket, también recuerda "los entrenamientos con Lombao, buscando siempre la naturaleza y pegándonos palizas...". "El campeonato fue muy importante para mí; tengo un gran recuerdo de Santiago, a ver si puedo, me gustaría volver", nos escribe.

Una final memorable 
El jueves 12 de agosto, el pabellón del Obradoiro acogió también la gran final del campeonato. Yugoslavia se tomó la revancha del partido jugado en la fase de grupos y consiguió vencer a la URSS, dándole la vuelta a un encuentro que al descanso dominaban los soviéticos (44-48). Los yugoslavos, comandados por un gran Vukosavljevic, terminaron imponiéndose por 92-83 con el apoyo del público gallego. El de 1976 era su tercer europeo junior consecutivo, tras los conseguidos en Zadar (1972) y Orleans (1974).

Al término de la final se dio a conocer el quinteto ideal del Eujubasket 1976. Además del MVP Vukosavljevic, también formaron parte del mismo Iturriaga, el búlgaro Arabadjiski (máximo anotador y que se debió de tirar hasta las zapatillas) y dos jugadores soviéticos: Kobzev y el gran Tkachenko. Este último se salió en la final (30 puntos) pero su exhibición fue insuficiente para que la URSS consiguiese el oro. Su reinado empezaría más tarde.

Los 20 huevos fritos de Tkachenko
Santiago acogió a principios de agosto un campeonato en el que brillaron algunas de las futuras estrellas del basket europeo. Pero también fue el lugar en el que se produjeron algunas anécdotas que, pese al paso del tiempo, siguen perdurando en la memoria de quienes las protagonizaron. Y en algunas de ellas está presente el propio Vladimir Tkachenko.

Tkachenko no logró ganar en Santiago
"Los españoles y los rusos comíamos en mesas separadas pero muy cerca unos de otros", recuerda Quino Salvo. "Yo estaba en una de las esquinas y Tkachenko en la esquina de la mesa de la URSS, muy cerca de mí; le vi desayunar en una misma mañana 20 huevos fritos y 10 yogures", relata.

Ricardo Gaínza también se acuerda del gigante soviético, un auténtico Gulliver en un campeonato en el que muchos todavía eran niños. "Cuando salía de la habitación era un espectáculo, la puerta le llegaba al hombro. Fernando [Romay] me dijo "joder, vaya tio!". Aunque Gaínza tampoco olvida lo enorme que ya resultaba Romay en comparación con sus compañeros: "Compartiendo habitación con Fernando, yo calzo un 49-50, y ponía mis zapatillas dentro las suyas... Jajaja....hasta los rusos le miraban los pies !!!", nos escribe.

Hasta aquí el primer capítulo del Eujubasket 76 de Santiago. Pero quedan todavía por contar anécdotas, historias y análisis de algunos de los jugadores que pasaron por Compostela en aquel inolvidable verano. Nueve días, trece selecciones y un ambiente baloncestístico inigualable.
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